Recientemente, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha presentado la iniciativa del Fondo de Pensiones para el Bienestar, la cual ha generado confusión por tratarse de un tema delicado y técnico, lo que hace que algunos medios, en lugar de dar certezas, generen miedo.

En resumen, la reforma propuesta busca utilizar los fondos de las cuentas de Afore no reclamadas durante al menos 10 años, así como de aquellos titulares que hayan cumplido 70 años sin haber reclamado sus recursos. Sin embargo, estos fondos siguen siendo imprescriptibles, permitiendo a los trabajadores o sus beneficiarios reclamarlos en cualquier momento.

Uno de los grandes críticos ha sido el presentador de noticias de TV Azteca, Javier Alatorre, que ha llamado a la ciudadanía a preocuparse por sus ahorros, al igual que Ricardo Salinas Pliego y su grupo financiero. AMLO ha señalado que detrás de las críticas de TV Azteca, existe un conflicto de interés debido a un adeudo significativo que Afore Azteca tiene con el IMSS.

En la conferencia matutina de hoy, Zoé Robledo, el director del IMSS, explica que la Afore Azteca, administrada por Grupo Salinas, debe mil 780 millones de pesos al IMSS, habiendo devuelto solo 19.7 millones de pesos, lo que representa apenas el uno por ciento del total adeudado.

La respuesta del gobierno ante la impresión en la información de Alatorre responde a intereses particulares de las Afores por no querer devolver el dinero adeudado al estado, lo que marca un punto crítico en la implementación de esta reforma de pensiones. A este hecho se le suman las ocasiones en que el mismo noticiero cuestionó las medidas de salud durante la pandemia de Covid-19, incluso la crítica a los recientes libros de texto acusando de comunismo.

El mandatario ha enfatizado que el objetivo de la reforma es beneficiar a los trabajadores y asegurar que sus fondos no sean malversados ni expropiados, contrarrestando así las acusaciones de los sectores conservadores que sugieren lo contrario.

Pero el conflicto entre Salinas Pliego y el presidente trae una narrativa normal de otras medidas opositoras; es personal, tienen intereses en juego y además inaugura una etapa de transparencia sobre los millones que están en juego, de los que el presidente se negó a hablar durante los primeros años del sexenio, para evitar lo que hay ahora.

Sin duda, los últimos días subrayan la complejidad de implementar reformas transformadoras en un entorno donde los intereses económicos poderosos pueden influir en la percepción pública sobre todo si están motivados por intereses personales.