Amaneció bromista el señor Ricardo Alemán, de El Universal. Este polémico columnista, normalmente serio (no abandona el estilo solemne ni siquiera para pelearse con sus villanos favoritos, los “ternuritas”, como los llama, del movimiento #YoSoy132) ha publicado este domingo de puente y buen fin un texto, vaya pero que sí bien gracioso, titulado “Zedillo y Calderón: dos demócratas”. Ya me hizo el día don Ricardo, y es que no he parado de reír desde las 6 AM en que, casi de madrugada, me levanté por efectos de la resaca generada anoche en una de esas cenas.
Bueno, que Zedillo tuvo el mérito democrático de haber permitido que el PRI, por primera vez en su historia, perdiera las elecciones presidenciales… tal vez. Pero , fuera de eso, Zedillo fue el presidente de Acteal y el Fobaproa, es decir, de una atrocidad mayúscula en términos de derechos humanos y del mayor saqueo que se recuerde a la nación mexicana. ¿Aplaudir a Zedillo? No, gracias.
¿Que Felipe Calderón respetó la libertad de expresión? Carajo, dos veces en su sexenio jodieron sus patrones a Carmen Aristegui por presiones del gobierno (si Carmen sigue al aire es por la presión de la gente). Y, digo, mientras en el calderonato los medios patitos que aplaudieron al gobierno se llenaron de publicidad oficial, las revistas críticas, como Proceso, quedaron al margen de los presupuestos públicos de comunicación.
¿Que Calderón no se metió en la decisión panista para decidir la candidatura presidencial? Por supuesto que se metió, lo que pasa es que perdió. Quiso imponer a Ernesto Cordero, pero este valió gorro. Así que tuvo que aceptar a Josefina Vázquez Mota como candidata.
¿Que Calderón aceptó la victoria de Enrique Peña Nieto? No le quedaba de otra. La candidata de su partido se hundió en el tercer lugar, y el segundo puesto, el del odiado Andrés Manuel López Obrador, se acercó, pero no tanto, al priista.
Y, conste, para que no se sienta mal don Ricardo Alemán no le recuerdo que Calderón llegó al poder después de un gran fraude electoral, el de 2006. Fraude documentado, probado. El mayor fraude en la historia de México.
¿Los 60 mil muertos en el sexenio de Calderón? Supongo que el señor Alemán dirá, próximamente, que los mataron las balas de la democracia.
Carajo, ni la burla perdonan.