El comportamiento de los seguidores de Andrés Manuel López Obrador en las redes sociales es, a estas alturas, no solamente muy previsible, sino que está marcado como una especie de “estilo de la casa”.

Performance de los radicales en las redes, podrían decir los publicistas avezados.

He tenido varios debates, amistosos por supuesto,  en los que mis interlocutores, que tienen un lugar muy respetable dentro del espectro de comunicadores nacionales, me aseguran que quienes impulsaron la convocatoria de los seguidores de AMLO en las redes sociales para regresar a una protesta rechazada socialmente de manera contundente, se equivocaron.

Estoy de acuerdo en ello.

En esos debates informales una constante es considerar que, ya como estratega político, AMLO se equivoca nuevamente al auspiciar, abiertamente, el llamado a una nueva protesta en la ceremonia en la que Enrique Peña Nieto asumirá formalmente la presidencia de México.

Las razones que he escuchado en ese sentido son contundentes:

Una persona como el director de SDPnoticias, Federico Arreola, que fue uno de los primeros impulsores en México del uso de las redes sociales con sentido periodístico, no apoya la protesta que convocan los partidarios de AMLO y MORENA y les ha aconsejado que no vuelvan a equivocarse asumiendo actitudes que la sociedad ha condenado en el pasado inmediato. Siendo un personaje que estuvo muy cerca de AMLO su posición es sintomática de que se está cometiendo un error en MORENA.

Rafael Cardona dijo ayer en el noticiero de José Cárdenas una verdad tan grande como una catedral. Aseguró el autor de la sección “El Cristalazo” que las barricadas en San Lázaro son simplemente una respuesta a la amenaza de violencia que presagian los mensajes en las redes de AMLO y sus partidarios.

Existe una incongruencia (posiciones encontradas entre el decir y el hacer de un actor político, ya sea individual o colectivo, en este caso simpatizantes de AMLO) en los que hacen la guerra a EPN en las redes con un discurso diferente y hasta contrario a lo expresado por ellos en las asambleas constitutivas de MORENA como partido político donde se pronuncian por una lucha política sin fundamentalismos.

En julio pasado la diferencia en el resultado de las elecciones presidenciales con respecto a lo que señalaban las encuestas amañadas, fue en gran medida producto de la actividad de redes sociales.

Legiones de cuentas y sus bien relacionados nodos defendieron la ventaja real de EPN, bajo la coordinación de una experta como Alejandra Lagunas con la cercanísima y atenta participación en ese proceso de Luis Videgaray, y la protesta pos electoral fue de una gran presión para los funcionarios electorales, pero nunca de las características y la fuerza de la se dio después de que Felipe Calderón ganó (¿) apenas con poco más del 0.4% de los votos en el 2006.

Otras cuentas en Twitter y Facebook promovieron a López Obrador con una gran constancia y una convicción tal que acercaron al candidato de la izquierda a siete puntos de la votación obtenida por Peña Nieto, borrando a las encuestas que daban cerca de 20 puntos de ventaja al centrista candidato de la coalición PRI-PVEM.

Pero la guerra está desatada en las redes sociales por la actitud de los seguidores de MORENA de tratar de convencer a una sociedad, que ya se decidió a sacar al PAN de Los Pinos y votar a favor de Peña Nieto, de que cambie su actitud civilizada y se lance nuevamente a una aventura de protesta sin destino.

Las redes sociales vuelven a ser el punto de controversia en la lucha por el poder político en México. Y seguirán siendo factor, globalizado por supuesto, a pesar de los que se equivoquen en el uso que hagan de ellas.

No queda sino esperar para constatar si las convocatorias a la protesta hacen crecer la autoridad moral que nadie le discute a AMLO. O lastimosamente el tabasqueño al equivocarse empieza a entregar parte de su capital a personajes sin compromisos sociales del talante del inocuo Marcelo Ebrard.

Hay ciertamente, una guerra en las redes sociales.