El día lunes 10 de diciembre, el Presidente de México ha presentado en el Museo Nacional de Antropología su propuesta de reforma educativa, donde antes de hablar sobre los contenidos en planes y programas, reconoce que la rectoría sobre la educación no la tiene el Estado, sino el sindicato que dirige Elba Esther Gordillo, por lo que dicha propuesta busca acabar con tan peculiar escenario.

Resulta valioso que Enrique Peña y su Secretario de Educación reconozcan que hoy día, no tienen capacidad para intervenir en el sector educativo, además de que desconocen todo de él; desde el número de plazas y escuelas, hasta el total de alumnos y su comportamiento académico.

La reforma es apoyada no sólo por el partido en el poder, sino también por el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), lo cual los convierte de forma automática en agentes contra la figura de la lideresa Gordillo.

Justo en este punto vale la pena preguntarse el por qué la tardanza en actuar por parte de todos los agentes con algún puesto de elección popular, sino además, el hecho que esos mismos actores permitieron y obviaron leyes para que el poder de Elba Esther creciera más allá del sindicato que controla. Una legislación electoral adecuada, en ningún momento hubiera permitido la continuidad de un partido político como Nueva Alianza (PANAL), mismo que como todo mundo sabe, es también propiedad de Gordillo.

La reforma educativa de Peña Nieto aunque cargada de buenas intenciones, carece de un plan paralelo que sea capaz de minar el poder político del PANAL. Elba Esther sabe que sacar a la calle a los maestros a protestar no será bien visto ni apoyado por nadie, por lo que la estrategia de defensa no se situará en la argumentación de la autonomía sindical, sino en el peso que el PANAL pueda jugar en el Congreso mexicano al momento de cabildear reformas de interés vital para el Presidente de nuestro país.

Si observamos con detalle la composición de la Cámara de Diputados, el número de escaños que controla el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en conjunto con su fiel aliado el Partido Verde (PV), da un total de 241. PAN, PRD, Movimiento Ciudadano (MC) y Partido del Trabajo (PT) controlan 249 curules.

Si añadimos al análisis al PANAL, sus diez diputados pueden ser la diferencia, ya que sumados a los del PRI y PV, llegarían a la cifra de 251, lo cual da la mayoría absoluta y elimina la necesidad de negociar con cualquier otra fuerza política.

Elba Esther Gordillo sabe que esos diez votos en la Cámara de Diputados son los suficientes para aprobar una reforma en la cual nadie esté de acuerdo, salvo el partido en el poder y su compañero de fórmula, el PV.

Pensar que la reforma educativa por si misma será capaz de frenar el poder del cacique sindical de la educación resulta ingenuo, ya que el contra ataque gordillista llegará al momento de negociar esos valiosos diez votos que garantizan mayoría absoluta.

Un segundo factor que juega contra el posible éxito de la recién lanzada reforma educativa, son las alianzas que se han dado entre PRI y PANAL a nivel local y los acuerdos que se tengan de los mismos. No olvidemos que el nuevo Gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, es producto de la fórmula PRI-PV-PANAL; Roberto Sandoval accedió a la gubernatura de Nayarit siendo candidato también del PRI-PV-PANAL; incluso el sucesor de Enrique Peña en el Estado de México, Eruviel Ávila, también fue arropado por el PANAL, además del PRI y PV.

Resulta en un acto de poca coherencia política que el PRI pacte con el PANAL a sabiendas que eso significa darle más poder a su fundadora. Enrique Peña sabía de su intención de ser candidato presidencial, por lo que era necesario que en su grupo de trabajo existiera un plan de país en el periodo 2012-2018.

Si Peña ya sabía que su propuesta educativa era la de quitar privilegios a Elba Esther, cometió un error al aceptar al PANAL en la fórmula que entraría a competencia en el Estado de México, pues eso le garantizaba mantener el registro a nivel local, y posicionarse en el ámbito Federal; si Enrique Peña no tenía idea del modelo y reforma educativa a seguir, por lo cual no consideraba una mala táctica aliarse con el PANAL, estamos frente a una reforma maquilada al vapor, creada sin conocimiento de causa.

Todo lo anterior hace que la propuesta de reforma educativa sea tomada con mucha cautela y pocas probabilidades de éxito.