Cuando los diarios estadounidenses difunden cualquier cosa sobre Venezuela, sobran periodistas de izquierda mexicanos que denuncian la criminal existencia de una ?andanada mediática externa?.

Hace casi un año, el 23 de febrero de 2014, La Jornada publicó el editorial ?Venezuela bajo fuego mediático?, en el que las críticas al gobierno de Nicolás Maduro, por graves hechos de comprobada represión política, simple y sencillamente se consideraron parte de ?una campaña de desestabilización? ¡similar inclusive! a la que el gobierno y los medios de Estados Unidos orquestaron en 1973 ?en contra de otro gobierno latinoamericano democráticamente electo: el de Salvador Allende, en Chile?.

No debo ni puedo cuestionar lo que hace ningún periódico. Respeto el derecho del Wall Street Journal a opinar que hay algo irregular en la compra que, hace bastante tiempo, hizo el presidente Enrique Peña Nieto de una casa en Ixtapan de la Sal.

Por lo que a mí respecta, creo que el portavoz de EPN, el señor Eduardo Sánchez, tiene razón: en esa adquisición, realizada en 2005, no hubo ningún conflicto de interés.

De hecho, Peña Nieto no ha ocultado que posee la mencionada vivienda. En su declaración patrimonial, que es pública, se menciona la casa de Ixtapan de la Sal.

Que el vendedor sea también proveedor del gobierno ?como lo son casi todos los empresarios de cierto tamaño en México? no hace que sea inmoral una operación perfectamente legal, que además ya es muy vieja.

El Wall Street Journal está en lo correcto al publicar la nota. En SDPnoticias, en cuanto conocimos la información, la dimos a conocer. Ha sido un buen trabajo periodístico.

Pero el problema no es periodístico, desde luego que no. Lo grave es que lo está detrás. Hay gente, de nacionalidad mexicana, investigando todo lo que han hecho EPN y sus colaboradores principales para construir historias que los desprestigien.

No lo hacen por vocación periodística, sino simple y sencillamente por desquitarse. Se sienten afectados por el gobierno, y responden.

En la última parte de 2014 hubo abundancia de informaciones de ese tipo, y en el arranque de 2015 sus promotores han vuelto a la carga.

¿Quién está detrás de las campañas de desprestigio? Mexicanos económicamente poderosos afectados por las reformas estructurales. Eso es clarísimo.

Habrá más escándalos, que serán amplificados por la propaganda electoral que ya empezó.

No se trata, como dijo La Jornada sobre las críticas a Venezuela en medios extranjeros, de intentos golpistas del imperialismo para acabar con otro gobierno latinoamericano.

Sería una ridiculez decir eso. Pero la andanada existe, es interna y en cierto sentido tiene que ser calificada como democrática.

En la democracia se vale que los enemigos de un gobierno lo cuestionan valiéndose de cualquier cosa que sea legal.

No hay ilegalidad en las críticas a EPN, eso no. Hay exageración e inclusive hay mentiras. Pero es parte del juego de la democracia, en el que se permite el engaño porque, sin duda, la que en última instancia decide es la gente, que si bien paladea todas las historias amarillistas, no se las traga.

A Peña Nieto y a su gobierno lo que les toca es aguantar. Y seguir trabajando. Si hacen las cosas correctamente, como las han hecho sobre todo con las reformas estructurales, al final quedará claro que tenían la razón.

Por lo pronto, tiene EPN que hacer suyas las palabras del clásico francés Pierre Corneille: ?Aunque apenas pueda resistir mis males, prefiero padecerlos a merecerlos?.

El proyecto transformador de Peña Nieto, que le ha generado tantos enemigos, no merece el asedio. Por eso, y porque no ha hecho nada verdaderamente indebido, el presidente superará la andanada.