El Tour

Si no se cancela —ojalá no, es el deporte que a mí más me gusta seguir en la TV—, el Tour de Francia de este año se celebrará entre el 29 de agosto y el 20 de septiembre. Serán 21 etapas con un trayecto total de 3470 kilómetros.

Exactamente el recorrido por carretera que en varios días logrará el presidente Andrés Manuel López Obrador: 1660 kilómetros desde la Ciudad de México a Cancún y de regreso (3200 kilómetros), más otros 270 de pequeñas rutas en los distintos puntos en los que pernocte o encabece mítines para ir a comer, visitar amigos o simplemente desviarse del camino para admirar paisajes o zonas arqueológicas.

El presidente AMLO dará banderazos de salida a los tres tramos del Tren Maya, supervisará las obras de la refinería de Dos Bocas y sostendrá numerosas reuniones de trabajo en Quintana Roo, Yucatán, Campeche, Tabasco y Veracruz.

Estoy seguro de que Andrés Manuel será el campeón del primer Tour de Francia de 2020: el celebrado en tierras mayas —el segundo, que se correrá en Francia, deseo que lo gane Chris Froome, pero no parece ni medianamente probable que tal cosa ocurra; no me molestaría que repitiera en el primer lugar el colombiano Egan Bernal, aunque pienso que el vencedor será uno de los dos eslovenos que tanto brillaron en la Vuelta a España 2019, Tadej Pogacar o Primoz Roglic.

Aerolíneas criminales

El presidente de México no viajó en avión porque se lo prohibieron los médicos del gobierno —Jorge Alcocer Varela, secretario de Salud, y Hugo López-Gatell, subsecretario y jefe de la estrategia contra la pandemia del coronavirus.

¿Por qué dos especialistas destacados prohibieron a López Obrador subirse a Aeroméxico, Volaris, VivaAerobus o Interjet? Porque las aerolíneas, buscando minimizar pérdidas, han reducido tanto el número de vuelos que a los pasajeros con necesidad de viajar los amontonan en los pocos aviones que sí operan: a la gente la apiñan como si se tratara de sardinas en lata.

Tuve hace dos sábados una pésima experiencia en el trayecto de la capital del país a Monterrey; me vi obligado a viajar por una causa de fuerza mayor y realmente me sentí en riesgo de contagio al estar hora y media de ida —y hora y media de vuelta— hombro con hombro con personas que no se puede saber si están enferma de Covid-19 o al menos infectadas sin síntomas por el SARS-CoV-2 (severe acute respiratory syndrome coronavirus 2).

Preguntas al presidente AMLO

Me alegra que Andrés Manuel haya evitado el avión comercial. Su salud es demasiado importante para todos los mexicanos. Para no perder autoridad moral, no usará las aeronaves del gobierno. Se trasladará en carretera, lo que puede inclusive ser muy útil para que el presidente de nuestro país reflexione acerca de todo lo que ahora pasa en México.

Tengo dos preguntas para Andrés Manuel:

1. ¿Por qué si su gobierno sabe que las empresas Aeroméxico, Volaris, VivaAerobus e Interjet ponen en riesgo la salud de los mexicanos y, con ello, no ayudan a detener —inclusive aceleran— el avance de la pandemia, nadie hace nada para evitar semejante crimen, ni actúan los responsables del sector salud ni aquellos otros de las dependencias de la SCT que supuestamente regulan a las aerolíneas?

2. ¿No crees, presidente López Obrador, que resulta absolutamente necesario poner en orden a tales aerolíneas, pierdan lo que pierdan, les cueste lo que les cueste a sus dueños, aunque alguna o algunas quiebren?

El pendejo de Aguilar Camín

En una plática con ex alumnos del Instituto Patria, un grupo de viejos de alrededor de 75 años de edad, por lo visto desocupados, pero eso sí con ganas de hacer grilla en el avanzado otoño de sus vidas —más que motivados para organizarse contra el presidente AMLO, algo que las leyes mexicanas y el gobierno democrático de López Obrador permiten y alientan—; en esa reunión virtual el columnista Héctor Aguilar Camín, más o menos de la generación que convocaba, dio algunas recomendaciones para derrotar en las elecciones federales de 2021 al partido de Andrés Manuel, Morena.

En casi toda su charla, Aguilar Camín se vio partidario de la no violencia, institucional, contrario a la 4T con altura de miras, muy crítico de AMLO pero sin llegar al abierto golpismo, educado y cuidándose en todo momento de no hacer llamados a la lucha política ilegal o violenta.

Tristemente, al final el escritor y colaborador de Milenio perdió el estilo, se enojó, se alteró y no pudo controlar su estado emocional. Aguilar Camín insultó a AMLO de fea manera. ¿Era necesario?

Si le preguntan en la mañanera del lunes, Andrés Manuel dirá que no se va a enganchar en pleitos de cantina y que Héctor tiene el derecho de decir lo que se le pegue la gana, para eso y para mucho más tenemos libertad en México. Es decir, el presidente de México no se pondrá al nivel de pendejo que Aguilar Camín exhibió frente a los señores jubilados de la generación 1962 del Instituto Patria.

Yo sí voy a competir en vulgaridades con el columnista de Milenio. Por no saber controlarse —debe haber algún psiquiatra retirado, pero todavía con conocimientos, entre los viejitos del Patria a quienes el escritor pretende organizar para derrotar a la 4T—, por haberse salido de sus casillas don Héctor Aguilar Camín terminó como un pendejo. Perdió por recurrir al insulto, y eso es algo que solo hace, ¡ante un público de internet!, alguien bastante güey.

Si es honesto, y creo que todavía podría serlo, Aguilar Camín se disculpará con AMLO.