La virtualidad de las redes y las infinitas posibilidades de Facebook le han venido a dar un giro a casi todas las facetas de nuestras vidas.

Hasta la forma en que las parejas manifiestan su enojo ha cambiado.

Les platico: Antes, eran los portazos, las “respetuosas” mentadas de madre ―de ocasión, les digo yo, porque son coyunturales, no estructurales (ahí les dejo esa frase pa´que la descifren)―, lo que terminaba con las disputas y ahí tienen a uno durmiendo en un lado y a la otra en otro.

Bueno, todavía siguen ocurriendo esas cosas, pero ahora, duele más toparse al día siguiente con que a uno lo borró la otra de su lista de amigos.

Y no solo eso, ¡lo bloqueó! Y más aún, de su muro se puso a borrar todas las fotos donde salen juntos, y el colmo, comenzó a poner textos de esos de “ahora tú me sobras y yo te falto a ti”.

“En la madre”, dice el uno, ya ni por WhatsApp ni por correo porque también ahí me tiene bloqueada la muy ingrata.

Tengo un amigo al que no veía desde hace mucho tiempo y que es un freguetas en eso de las relaciones interpersonales.

Con decirles que hasta daba clases en el Tec de Monterrey; ya no, porque debido al méndigo bicho lo despidieron.

Bueno, pues que me lo encuentro así casual mientras andaba perdido buscando unos tacos al vapor que tanto me gustan, y en la mera Plaza La Purísima, cuando hacía cola para conformarme con un elote desgranado como premio de consolación porque las taquerías estaban cerradas, me contó que los descontones que las parejas se están dando a través de las redes sociales, son de padre y señor nuestro.

El Anaya ―que así le decíamos en el barrio― me dijo que si algún terapeuta de los que hoy se han puestos de moda dando consultas por zoom, se dice experto en las broncas provocadas por las redes en las relaciones de pareja, no le crean, es un charlatán.

Él dice que no hay ciencia que pueda usarse como antídoto contra el resabio de una mujer que se siente despechada; él jura que las más cabronas en eso son las mujeres, según el libro de Sherry Argov.

Y quiero dejar bien claro que para nada soy misógino, sino todo lo contrario. Es más, el tal Anaya tampoco lo es, o bueno, como tenía mucho de no saber de él, pues no sé, pero yo, por lo pronto, no… y pongo como testigo de calidad a mi Gaby.

Prosigo. En lo que nos despachaban los elotes ―con todo― me tenía alelado contándome el arsenal de municiones que las mujeres tienen ―y usan― para fastidiar a sus parejas cuando se ENHOJAN.

(Por favor, señores correctores, es así, con “H” intermedia, porque inventé esa palabra para definir a la mujer que se envuelve como en una hoja cuando está encabronada. Ese es un grado superlativo del ENOJO masculino).

Me dijo que una estadística de la Escuela de Humanidades de Harvard revela que el uso de las redes sociales como instrumento para manifestar su enHojo contra la pareja, tiene a las mujeres como líderes indiscutibles de ese recurso al llevarse la friolera del 87%.

“Ahora entiendo”, le dije mientras el Anaya se preparaba su elote desgranado y se disponía a comérselo sentado en la banqueta, porque NO-SE-PUEDE-COMER-DENTRO-DEL- ESTABLECIMIENTO.

Luego, cuando se contentan, las mujeres le piden a su pareja: “Mándame invitación. Ya te desbloquee de todos lados”, siguió dando cátedra sobre la materia.

Al Anaya se le estaba enfriando el elote cuando se entusiasmó diciéndome que en respuesta, el iluso le manda invitación.

Ahora ya son amigos otra vez y de pronto descubre, ¡Oh, Santa Madre del Dios de Spinoza!, que además de que en el muro de su mujer, de su novia, de su esposa, similares y conexos, ya hay muchas menos fotos de él, encima la muy ingrata borró todos los mensajes de cariño alusivos a los dos y encima descubre azorado que las únicas fotos donde aparecían juntos traen en la definición de público que puede verlas, un especie de engrane o tuerca que al picarle despliega un mensaje de que esas fotos, donde aparecen los dos bien arrumacados, SOLO LAS PUEDE VER ÉL y están ocultas para el resto de la audiencia que sigue a su amada.

“Méndiga”, piensan y dicen los ilusos que dijeron, ufff, ya se contentó.

“Ni madres”, me dijo el Anaya, sigue castigando a su consorte haciendo justo lo que más gordo le cae a él.

“Y eso no es todo”, siguió mi amigo bien animado. “De pronto descubres que antes podías ver cuál era la última hora en que tu pareja estaba conectada a FB o en el WhatsApp, y ahora ¡YA NO!

¡¡¡También le movió a eso!!! Y tú de güey pensando que ‘qué bueno que ya se contentó’.

El Anaya es médico titulado, luego estudió psicología y obtuvo una especialidad en psiquiatría, o sea, neófito en la materia no es.

El resabio en las mujeres dura por lo menos el doble de tiempo que el de los hombres. Muchos se la darán de que son el Juan Camaney, los muy machines, pero como género fallamos bien gacho ante los recursos de la mujer en estos menesteres”, pontificó.

Y ya cuando nos despedíamos intercambiando números y correos, me preguntó: “¿Qué andas haciendo en domingo como perro sin correa comprando elotes en la Purísima?”

Le respondí que mi Gaby se fue a SAT a ver a sus papás, que allá viven. ¿Y tú?, le regresé la pregunta.

“Mi esposa no me habla desde hace una semana, entró a la zona del silencio y no quiere salir de ahí. Ya me borró de todos lados, no me llama, no puedo llamarla y dividió la casa en dos, una para ella y otra para mí, y pobre de mí si se me ocurre brincar la frontera”.

Cajón de sastre

“Bien dice el dicho que en casa de herrero, cuchillo de palo”, dice la irreverente de mi Gaby… y yo la secundo… no se vaya a enojar conmigo y me borre de su FB y de su Instagram y aplique en sus fotos conmigo los engranes y las tuercas esas que menciona el tal Anaya…

Lo bueno es que ella nunca hace esas cosas…

placido.garza@gmail.com

PLÁCIDO GARZA. Nominado a los Premios 2019 “Maria Moors Cabot” de la Universidad de Columbia de NY; “Sociedad Interamericana de Prensa” y “Nacional de Periodismo”. Forma parte de los Consejos de Administración de varias corporaciones. Exporta información a empresas y gobiernos de varios países. Escribe todos los días su columna IRREVERENTE para prensa y TV. Maestro de distinguidos comunicadores en el ITESM, la U-ERRE y universidades extranjeras. Como montañista ha conquistado las cumbres más altas de América.