Durante la ejecución fallida del plantón FRENAA, los liderazgos detrás de la protesta que son principalmente personajes del sector empresarial y fuerzas políticas que fracasaron en urnas, notaron la gran falta de dos elementos fundamentales para su credibilidad: una voz o cabeza fuerte y unificadora de las facciones opositoras; así como un plan o proyecto alternativo de nación que logre aglutinar sus intereses, quejas, propuestas y valores en un documento.

Desde hace más de 15 sábados, las aglutinaciones del FRENAA comenzaron desde sus autos y han ido creciendo en capacidad operativa de movilización. Se han replicado en las entidades con mayor fortaleza de Acción Nacional y coincidentemente, son las zonas que brindaron más apoyo a Ricardo Anaya como Guanajuato o Querétaro quienes comenzaron con el envío de camiones repletos de gente.

El Frente Nacional Anti AMLO recuerda mucho al Frente Amplio en el que PRD y PAN unieron sus esfuerzos electorales destrozando su ideología y desbaratando lo poco de izquierda que quedaba en el PRD.

Sin embargo, el FRENAA no debe ser subestimado. Aunque hayan tratado de incorporara las mujeres en su protesta, es claro que tienen un brazo feminista con apariencia radical desde donde se han roto hacia el interior del propio movimiento feminista varios de sus acuerdos y principios, generando caos con la infiltración. Pero tanto Frenaaa como las infiltraciones al movimiento feminista en los actos de protesta y bloques negros son parte de algo pero: un golpe blando de Estado que se ha ido preparando desde las calles, empresas, pactos políticos de partidos disminuidos e inclusive, fuerzas externas a México.

Ricardo Anaya ha sido evidenciado como uno de los actores clave en los sobornos millonarios de la reforma energética; fue el orquestador maestro de la ruptura panista de la que emanó México Libre con su narco-pasado como experiencia de gobierno; es el actor equiparable a la nueva generación del PRI como Duarte y Borges; pero a pesar de ver a México como una ficha para negociar y ganar dinero manipulando voluntades, ha resurgido con una clara intención: colocarse como diputado o senador en 2021 y construir, desde ese espacio, un golpe contra la Cuarta Transformación.

Anaya vuelve justo a tiempo para incorporarse a la contienda pero al mismo tiempo, deja en evidencia que su retorno es un acto desesperado de las cúpulas empresariales y fácticas: no tienen quien lleve su voz sin hacer ridículos como el de Gilberto Lozano, empresario de Monterey que no tiene ni la piel tan gruesa para soportar las críticas ni la habilidad de resistencia para liderar una protesta.

Están desesperados pero también están armados, aunque la mejor arma es ideológica y sistémica y en sus intentos por golpear han dejado claro que siguen sin entender a México, apostando a protestas de ricos con insensibilidad hacia los más pobres, que aunque les manche el panorama primermundista, eólico, digital y futurista, son la mayoría.