Dublín, Irlanda.- Los centros católicos irlandeses donde se acogía a las madres solteras y a sus hijos, permitieron que se experimentara con nuevas vacunas en los niños, de acuerdo con una nueva denuncia que ha despertado aún más la polémica sobre el papel de estas instituciones.
De acuerdo con la emisora de radio Newstalk, ochenta infantes enfermaron a mediados de 1970, tras la administración accidental de una vacuna para ganado mientras eran empleados para probar otras.
La denuncia apareció un poco después del mórbido descubrimiento de una fosa común donde yacían los restos de 796 menores que habían sido enterrados sin ataúd o lápida, junto al convento Santa María, en Tuam del condado de Galway.
La historiadora Catherine Corless llegó a esta conclusión luego de descubrir que casi ninguno de los niños que falleció en el convento por desnutrición o enfermedades infecciosas, fue enterrado en el cementerio local, más bien se encontraban en una fosa común al lado del convento, hoy ya desaparecido.
Los centros "madre e hijo", como se les conocía, fungieron como fachada a la mirada pública de la sociedad católica y conservadora de la época, sobre aquellas mujeres que habían quedado embarazadas sin estar casadas.
El arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin, pidió la creación de una comisión judicial sin representantes de la Iglesia para investigar las acusaciones, mientras una monja del centro Bessborough del condado de Cork, acusada de haber permitido los experimentos, aseguró que se solicitaba el permiso de las madres.
"Nos asegurábamos de que no se producían efectos indeseados. Nadie murió y nadie sufrió consecuencias duraderas".
La farmacéutica GlaxoSmithKline (GSK) reveló información sobre estos experimentos luego de su fusión hace 2 décadas con los laboratorios que los llevaron a cabo, aunque negó su participación en los experimentos, aceptó cooperar en la investigación.
Con información de AFP