El presidente AMLO y los suyos no se distinguen por el respeto a la ley. Muy poco ha importado al presidente el hecho de que fue él mismo quien promovió en 2007, muy insatisfecho ante la intervención de Vicente Fox un año antes, una reforma electoral para acallar al presidente en funciones. Por el contrario, ahora, en una descarada contravención de la norma, ha hecho una vulgar propaganda dirigida a favorecer el triunfo de Claudia Sheinbaum.

Martí Batres se ha sumado a la embestida. Un día después del debate chilango, donde Clara Brugada hizo alusión a la supuesta corrupción de Santiago Taboada, el jefe de gobierno de la Ciudad de México tuiteó que el “cártel inmobiliario ansía convertirse en el cártel del agua, y que los funcionarios de la Benito Juárez quitaban medio millón de litros de agua”.

Se trata, a todas luces, de un mensaje cargado de tintes políticos especialmente dirigido a dañar la campaña de Taboada. Si bien el nombre del candidato no fue mencionado, la referencia a la delegación de Benito Juárez y al escándalo que Morena quiere endilgar a Santiago pone de manifiesto la voluntad tendenciosa e inaceptable del jefe de Gobierno.

En adición, conviene recordar que Martí Batres, cuyas credenciales como gobernante son cuestionables, ni siquiera cuenta con la legitimidad brindada por las urnas, sino que asumió la jefatura tras la renuncia de Claudia Sheinbaum.

¿No han entendido estos funcionarios que la ley prohíbe expresamente su involucramiento en las campañas políticas? ¿No son conscientes de qué sus actos además de ilegales representan una mañosa intervención para promover una candidatura mediante la utilización de recursos públicos? ¿No deberían mejor dedicarse a cumplir medianamente con sus obligaciones constitucionales?

Las elecciones del próximo 2 de junio no pasarán a la historia como unos comicios ejemplares. Por el contrario, las acciones de personajes como AMLO, Martí Batres y demás gobernadores sembrarán la duda en torno a la legitimidad del ejercicio democrático; el cual, por cierto, podría no serlo tanto.

¿No fue acaso el propio AMLO quien clamó una “cancha dispareja” en 2006 ante la intervención de Fox? Ahora, como jefe del Estado mexicano, el presidente no ceja en su empeño de destruir la legitimidad democrático.

Martí Batres, cuya figura ha salido recientemente fortalecida tras la designación de su hermana como ministra dela Suprema Corte, ha decidido seguir sus pasos. Lamentable.