El encuentro entre México y Honduras se escurrió entre las oportunidades de gol desperdiciadas por Sabah y Magallón y el fútbol miedoso de los "ratones blanquiazules" quienes, como ya es costumbre, ladraron mucho antes del partido y a la hora de la verdad no lograron hacer gran cosa.

Todas esas bravatas sobre el "Aztecazo" y de que Honduras "venía por el triunfo" fueron rápidamente sepultadas por el "Catranaccio" de Reinaldo Rueda quien, después del pobrísimo espectáculo ofensivo perpetrado por su equipo, todavía tuvo la desvergüenza de espetar, en el más puro estilo del "Maestro Yoda" que "algún día ganará Honduras en el Azteca"... pues sí, quizás en una Copa de Oro contra St. Knitts y Nevis, porque contra el "Tri", la verdad se ve difícil.

Me sorprende, para mal, que ni Suazo ni Pavón tuvieran la contundencia que en teoría les caracteriza, que el llamado "equipo más constante de la eliminatoria" jamás hiciera un esfuerzo importante de al menos intentar ganar el partido y ese infantil error de la defensa de interrumpir la jugada de Gio, quien ni siquiera tenía una posición clara de gol y a quien cubrían otro par de aguerridos defensas hondureños.

Lo que es importante recalcar es que fuera de algunas buenas y aisladas actuaciones como la de Blanco, de nueva cuenta la de Efraín Juárez, el regreso a un buen nivel de Salcido y un par de buenas atajadas de Ochoa, el equipo mexicano no mostró un nivel ni siquiera bueno. Mediocre quizás sería ser demasiado generoso -no por nada Sabah falló tres oportunidades claras de gol- y malo sería una exageración. En fin. Jugando mal le alcanzó a México para darle al equipo hondureño material de al menos una década más de rabia y rencor futbolístico. Bien por ellos.

¿Y el "Aztecazo", catrachos?