Hay una
regla sencilla y que aplica a todos los ámbitos de la vida, laboral, personal y
profesional que dice: “si no está descompuesto, no lo arregles”. Tal parece que
Javier Aguirre quiere descomponer algo que no está descompuesto.
Con la
convocatoria de Rafael Márquez, ese jugador que algunos medios insisten en
señalarnos constantemente, casi de manera propagandística goebbeliana, sobre su
“clase”, “elegancia” y otros adjetivos zalameros y exagerados, tal pareciera
que Aguirre querría arreglar algo –la defensa mexicana- que no está
descompuesto.
Y no me
refiero a la defensa que hizo el ridículo ante la selección B o C de Colombia
el pasado miércoles, sino la que hasta ahora ha dado la cara desde la Copa de
Oro y los últimos 2 partidos de la eliminatoria, esos que Márquez no ha jugado,
ahora por que se la pasa lesionado, ahora por que considera que para un jugador
de “su clase”, que “ya lo ganó todo” y que “no tiene que demostrarle nada a
nadie” dichos partidos contra la “chiquillada” de CONCACAF son poca cosa.
¿Para qué
regresa Márquez?
¿Para
volver a “bendecirnos” con sus errores infantiles?
¿Para
volver a perder la cabeza en momentos importantes?
¿Para dejar
colgado al equipo con una expulsión estúpida, como ha tenido muchas en su
carrera con la selección?
¿Para
quitarle el gafete de capitán a Torrado o Blanco, que lo han hecho mejor,
haciendo gala de su inexistente liderazgo?
¿Para
demostrar que el Márquez Barcelona da el 100% y el Márquez Selección Mexicana
apenas da el 5%?
¿Para “revalorizarse”
en pos de más contratos de cremas fungicidas y lociones de afeitar?
¿Para
volver a ver su cara de presunción y hastío en los medios mexicanos?
¿De veras, “Vasco”,
a eso regresa?
El regreso
de Rafael Márquez a la convocatoria de la selección mexicana es una recompensa
inmerecida, una estrategia fallida. Ibas relativamente bien, “Vasco”, ibas algo
bien.
Este asunto
podría titularse también: “El Regreso de las Divas”… de la diva mayor. Que
horror.
beamsdp@gmail.com