No nos engañemos: la salida de Salvador Cabañas rumbo a Argentina para continuar con su rehabilitación es en realidad una huída. Un escape de las garras explotadoras de Televisa, de los noticieros amarillistas, de un poder judicial inútil e imbécil que a pesar de tener "identificado" al supuesto agresor no hizo mucho por detenerlo y de un país que permite que se masacren en un cortísimo lapso a 20 jóvenes estudiantes, desde los más humildes hasta los más brillantes, sin castigo alguno.

Lejos de México, lejos de Televisa, Cabañas no volverá a ser expuesto como lo fue en esa ridícula, denigrante y sentimentalmente chantajista entrevista que fue transmitida por el muñeco de ventrílocuo mejor conocido como Joaquín López Dóriga. No será presionado por quién sabe qué intereses oscuros a declarar o, en su defecto, a no hacerlo. Lejos de México se reducirán sus posibilidades de morir por una "gastritis mal atendida", en una balacera en algún retén, o por pertenecer a cualquiera de esas profesiones de alto riesgo como lo es el ser estudiante o futbolista en nuestro país.

El exilio de Chava, en ese contexto, se convierte en otro fracaso más de la guerrita perdida en busca de la legitimidad jamás obtenida del supino Felipe Calderón. Ni más ni menos. ¿O a poco no se dieron cuenta que a esta noticia se le dio la menor cobertura posible? Por algo será.

Salvador Cabañas no regresará a México y me alegro por él. Pobres de nosotros quienes por amor y apego al terruño que nos vio nacer continuamos atrapados en este callejón sin salida.

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