Qué vergüenza. Felipe Calderón, sin tener la menor idea acerca de las
causas reales de la muerte de Michael Jackson, simplemente dijo que el Rey del
Pop falleció por el "uso indebido y excesivo de drogas". Las investigaciones
sobre el deceso del cantante no han terminado, la autopsia no ha concluido, los
expertos no han dado su veredicto, y Calderón ya sentenció: el famoso
intérprete sucumbió por haber sido en vida un vulgar drogadicto.
No conforme con eso, expresó que los jóvenes se drogan porque no creen en Dios,con lo que convirtió al supremo creador en algo así como agente de la DEA o, al menos, en policía al servicio de la PGR.
¿Solo los ateos se drogan? Vaya tontería. Qué mal negocio sería para los capos que solo consumieran sus mercancías los ateos que son en el mundo, por desgracia, todavía la minoría.
Pero Calderón, a la Vicente Fox, traía ganas de hablar por hablar. Y habló.
Ofendió al Rey del Pop y revolucionó la teología durante la celebración del Día Internacional de la Lucha contra
el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas. Lo expresó en voz alta, con
fuerza, frente a los secretarios de Salud, José Ángel Córdova; Seguridad
Pública, Genaro García Luna, y en presencia del titular del procurador general
de la República, Eduardo Medina Mora. Y todos estos, seguramente, estuvieron de
acuerdo con su jefe.
Eso sí, Calderón habló de Michael Jackson en un tono "respetuoso": "Qué
paradoja que hoy se confirme, por ejemplo, que uno de los mayores ídolos de
varias generaciones y que el mayor vendedor de discos de música pop, se
confirme que su muerte se debe precisamente a un uso indebido y excesivo de
drogas".
Y de ahí, Calderón se fue a los lugares comunes que, cuando no vienen al
caso, terminan siendo ofensivos: calificó el fallecimiento de Jackson como "dramático"
y "drástico", pues teniéndolo todo, fama y dinero, al final fue incapaz de
sobrevivir a la muerte que está encerrada en las adicciones, bla, bla, bla.
Fue tan grande el ridículo realizado por Calderón, que después de
pronunciadas sus palabras sin sustento -en un par de meses, tal vez, se sabrá
por qué murió Michael Jackson-, el gobierno federal se vio en la necesidad de
llamar a todas las agencias de noticias internacionales para explicarles que
Felipe Calderón sí dijo lo que dijo pero que quiso decir otra cosa: simplemente
expresar su pesar por el fallecimiento del Rey del Pop.
Vaya manera original de dar un pésame: la de calumniar al difunto.