Antes de publicar su obra "Dios no existe", Chirstopher Hitchens había

escrito "Dios no es bueno". Esta última no le gustó -o no le gustó lo

suficiente- a un crítico de la revista Letras libres, Enrique Lynch: "Lo

primero que cabe observar a propósito de este ameno e interesante brulote

contra todas las religiones, sin distinción, es que, en cuanto lo abres y lees

las primeras páginas, ya sabes con qué te vas a encontrar. Supongo que esta es

la típica reacción que suscitan los libros viscerales; sobre todo si, como

éste, parecen haber sido escritos con profundo resentimiento, como tantos

libelos, alegatos y manifiestos".

A diferencia del crítico, a mí me pareció muy interesante el texto de

Hitchens, tal vez porque desde hace tiempo practico como aficionado el deporte

de perseguir creyentes (algún día espero tener suficiente tiempo para

perfeccionar mis habilidades, de tal forma de convertirme en un verdadero

profesional de esa disciplina).

Así las cosas, por el placer que me proporcionó "Dios no es bueno", no vacilé

en comprar, en cuando lo vi en una librería, el libro "Dios no existe". Apenas

lo voy a leer. Se trata de una antología de textos ateos. Algunos ya los conocía,

la mayoría no. Son escritos de Lucrecio, de Hobbes, de Spinoza, de Hume, de

Marx, de Darwin, de Freud, de Einstein, de Rushdie y de muchos otros incrédulos.

Por fortuna, hay suficiente literatura para acabar con la absurda idea del

Dios que se supone vive en el cielo. Ese mito, entonces, ya no debe

preocuparnos tanto.

El Dios verdaderamente malo, que no sabemos como combatir, sobre todo en países

como el nuestro, es el del influyentismo, un Dios todavía más poderoso y, por

lo tanto, todavía más dañino cuando lo encarnan personajes famosos de Estados

Unidos que vienen a México a ganarse unos cuantos cientos de milloncillos de dólares

violando nuestras leyes.

Ahí está el caso de Tiger Woods, un negrito arrogante experto en el juego

del golf que ha decidido crear una cancha para practicar este deporte en

Ensenada, Baja California.

Eso no tendría nada de malo de no ser por el hecho de que, como ha

evidenciado en Reformala reportera Aline Corpus, el desarrollo del

señor Woods, llamado "Punta Brava" y ubicado en Punta Banda, tendrá desastrosos

efectos sobre el medio ambiente.

El proyecto del golfista, que se ha asociado con multimillonarios como

Billy Joe "Red" McCombs, de The Flagship Group, incluye un hotel, villas,

restaurantes y una mansión de descanso para don Tiger, quien seguramente merece

eso y más, pero desde luego sin dañar al medio ambiente.

Los científicos de la Universidad Autónoma de Baja California, según la

nota de Reforma, aseguran que por estar el proyecto cerca del géiser

marino La Bufadora, tendrá muy lamentables consecuencias ambientales.

Desde luego, a pesar del daño que haga, el desarrollo de Tiger Woods saldrá

adelante, ya que, como comentó la vicepresidenta ejecutiva de The Flagship

Group, ya cuenta con la Manifestación de Impacto Ambiental otorgada por la

Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

No es malo que se construyan campos de golf. El problema es hacerlo, como

pretende Woods, en un lugar con una enorme riqueza natural, documentada, dice Reforma,

"en estudios de oceanólogos, biólogos y paleontólogos de

la universidad y del Centro de Investigaciones Científicas y Estudios

Superiores de Ensenada", lo mismo que por "dependencias federales de protección

al ambiente".

Tiger Woods y sus socios van a remover "77.51 hectáreas

de matorral costero rosetófilo, un remanente de vegetación endémica del norte

de México y, pese a que hay probabilidades de localizar fósiles de humanos

según arqueólogos, la tierra podrá ser removida con explosivos", ha dado a

conocer el diario propiedad de Alejandro Junco de la Vega.

Solo el poder inmenso del Dios del dinero con el que

cuentan Woods y sus amigos pudo haber convencido al gobierno federal mexicano

de permitir construcciones en una región considerada, por la Comisión Nacional

para el Conocimiento y Uso de la Diversidad, como prioritaria para su conservación

desde 1999.

En la región en la que la cancha de golf de Tiger Woods se

va a levantar, hay 566 especies en total, lo que la hace una de las más ricas

de las costas de México. Prácticamente todas esas especies serán destruidas.

El campo de golf perjudicará también a un arrecife de

moluscos rudistas único en México.

La casa de Tiger y las villas y hoteles que piensa vender

se erigirán sobre restos de seres humanos de las comunidades nómadas que

arribaron a Baja California hace miles de años.

Es grave el asunto, ya que la región no podrá ser

restaurada en cuanto el proyecto de Woods quede concluido.

Un buen argumento filosófico puede poner en su lugar al Dios del cielo,

pero por desgracia todavía no hay forma de que el gobierno de México deje de

ceder a cualquier capricho del Dios del dinero, sobre todo si lo aportan

gringos famosos, influyentes y mamilas como el negrito campeón de golf.