El directivo principal de un importante grupo español de

medios me preguntó: "¿Va a regresar el PRI a la Presidencia? Acá se habla de

las posibilidades del gobernador del Estado de México (Enrique Peña Nieto) y de

un senador (Manlio Fabio Beltrones)...".

Respondí: "No creo que el PRI vuelva a Los Pinos. Aunque ganó

las elecciones legislativas, los votantes no han terminado de castigarlo por sus

70 años de autoritarismo. El gobernador del Estado de México va a quedar

eliminado cuando termine de documentarse su excesivo e ilegal gasto

publicitario en Televisa. El senador Beltrones no es popular".

El mencionado ejecutivo me preguntó de nuevo: "¿Puede el PAN

conservar el poder, a pesar de los problemas de Calderón?". Contesté:

"Imposible. Ha gobernado bastante peor de lo esperado. Ni siquiera los

partidarios de López Obrador pensábamos que Calderón lo fuera a hacer tan mal".

El español criticó a Andrés Manuel López Obrador: "No le ves

posibilidades al PRI y al PAN, y yo al que no se las veo es a López Obrador.

Asusta a los inversionistas. Y mira que yo pienso que López Obrador, si llegara

a la Presidencia daría una favorable sorpresa, como la de Lula en su momento. Se

le tenía miedo a Lula, y ahora es un presidente admirado y querido por los que

eran sus principales críticos".

En este punto fui yo el que preguntó: "¿Qué hizo Lula para

convencer a los empresarios?".

Mi interlocutor respondió: "Simplemente gobernar... Ya

entiendo a dónde quieres llevar la discusión: López Obrador, para demostrar que

no es un loco como Chávez, sino un político sensato como Lula, tendrá que

recibir la oportunidad de gobernar. ¿Y si no resulta un Lula, sino un Chávez...?

Me gustaría que me dieras una razón para confiar en López Obrador".

Dije: "Lo conozco y te aseguro que López Obrador es

confiable".

Dijo: "Te conozco y me basta con eso. Pero quisiera una

razón más objetiva, menos personal para confiar en López Obrador".

Argumenté: "López Obrador gobernó muy bien el Distrito

Federal. Ningún empresario importante se quejó de él. Sí se quejó un español,

pero tu paisano era un corrupto al que López Obrador no le permitió cometer

algunas ilegalidades. Por otra parte, te informo que López Obrador no conoce ni

quiere conocer a Hugo Chávez. No se va a pelear con él, pero tampoco le va a

hacer el mínimo caso".

El español, antes de despedirse, concluyó la charla con las

siguientes palabras: "Si la izquierda mexicana quiere ganar va a tener que

presentar a López Obrador como un Lula, algo no tan complicado con una campaña

de relaciones públicas. Acá en España no se oye hablar de ningún otro

izquierdista mexicano. A veces se menciona el alcalde del Distrito Federal,

pero nadie piensa que este haya crecido lo suficiente".

Me despedí: "Marcelo Ebrard, para crecer, necesita

alejarse de los grandes medios de comunicación mexicanos que, en los hechos,

actúan como pilares del PRI y del PAN".