Alguien tendría que explicarle a Felipe Calderón que él no
es, no lo será nunca, un hombre físicamente dotado para el modelaje. Le sobran
kilos, le falta estatura. No lo cuestiono por su pobre apariencia (yo estoy peor
dotado que él), simplemente me molesta tener que aceptar, en el extranjero, que
ese señor de la foto de La Jornada
es, al margen de su legitimidad, el titular del poder ejecutivo en México.
Qué fotografía. Apenas la ha visto y se ha burlado de todos
los mexicanos, a carcajadas, la persona con la que he quedado de verme,
temprano este jueves, en la cafetería de un hotel madrileño.
En la capital española tengo relaciones profesionales y aun
personales con algunos periodistas y ejecutivos de medios. Mañana me voy de
esta ciudad rumbo al Distrito Federal, y me interesa mostrarle algo a un amigo antes
de mi partida. Este jueves él estará ocupado todo el día, así que me pide que
nos veamos temprano para tomar un café.
Soy el primero en llegar a la cafetería. Para esperarlo,
abro mi computadora, la enciendo y me conecto a internet.
Reviso rápidamente el SDP y veo que Víctor Hernández, a la una
de la madrugada en México, ha publicado su columna de este jueves. Estoy de
acuerdo en lo que dice: Felipe Calderón es el López Portillo panista (ya se
verá si el nuevo Jolopo encuentra también, en el futuro, a su Sasha Montenegro).
Después visito la web de ElPeriódico, donde publico una columna al lado de "lo mejor de El Chamuco". Me interesa que el amigocon el que voy a desayunar conozca a este recién nacido diario mexicano, con elque su empresa de medios podría establecer algún acuerdo de colaboración. Así,durante varios minutos, esperando a la persona con la que he quedado, dejoabierta la página de internet del rotativo dirigido por Ramón Sallard. Piensoque vale la pena mostrársela, de inmediato, al funcionario de medios que yaviene retrasado.Se va a retrasar más, según me informa por el celular,debido a no sé qué problema doméstico. Eso me obliga a seguir navegando en lared. Voy entonces al sitio de La Jornada,que siempre cumple con mis expectativas. Después de leer alarmado su notaprincipal (el Inegi admite que hay 2.4 millones de mexicanos desempleados), metopo, y me alarmo todavía más, con una foto de Calderón vestido con la camisetade los Pumas posando al lado del rector de la UNAM y de jugadores y directivosde este equipo de futbol.Me espanta la facilidad con la que Calderón se presta parahacer el ridículo. Se ve tan chistoso el señor Felipe. Tan chiquito comparadocon los atletas. Todo un pumita. Él de blanco (es el color oficial de la escuadrauniversitaria) y sus acompañantes elegantemente de negro, trajeados, luciendosus mejores corbatas.En eso estoy cuando llega mi amigo, el directivo madrileñode medios. Antes de saludarme se asoma para ver lo que hay en la pantalla de micomputadora. Suelta la carcajada y cuando termina de reírse, me dice: "Mexicano,tu presidente se ve fatal. Ni Berlusconi se atrevería a tanto".Intento explicarle que Calderón no es mi presidente, que nolo acepto como tal porque se robó las elecciones, que participo en el gobiernolegítimo de Andrés Manuel López Obrador -"AMLO sí es un político serio", ledigo con ganas de que entienda que no todos los líderes mexicanos son tanfrívolos como Calderón-, pero mis argumentos no conmueven ni impresionan a lapersona que me acompaña: "Pues no será tu presidente, pero aquí en España es elque a diario vemos como el presidente de México es a Calderón, y si hacesemejantes ridículos, los hace también en tu nombre, lo quieras o no".Qué vergüenza. Como es un hecho que Felipe Calderón lleva yatres años en Los Pinos y que, por más costoso que le resulte a México, en esaresidencia oficial vivirá otro trienio, ya no voy a darle vueltas al argumentode la ilegitimidad de tal personaje. Porque, por ilegítimo que sea, susvulgaridades nos perjudican a todos los mexicanos.Dadas las circunstancias, lo único que procede espensar en fórmulas para lograr que, a partir de 2012, llegue a la Presidenciade México un político verdaderamente juicioso. Que es lo que más necesitanuestro país.