Viajé ayer a San Luis Potosí. Había quedado de ver a Andrés Manuel López Obrador a las tres y media de la tarde. Me acompañó Rogelio Hernández. Llegamos a la capital potosina con una ahora de anticipación, más o menos cuando el avión "secuestrado" acababa de aterrizar. Por internet, mientras esperábamos a AMLO, conocimos los detalles de esa historia. Me pareció una vulgar cortina de humo del gobierno de Calderón con la que se quiso impedir que la gente siguiera hablando de los nuevos impuestos.
En San Luis escribí una columna sobre el avión de Aeroméxico. En cuanto la publiqué llegó Andrés Manuel acompañado de Nicolás Mollinedo. Ellos venían de Ciudad Victoria. Comimos en el restaurante El Herradero. Nos carcajeamos comentando el "terrorismo" que había paralizado al aeropuerto de la Ciudad de México. Comentamos también la enorme difusión que Reforma dio a lo que AMLO había dicho, un día antes, en Saltillo: que la gente no debe leer a Germán Dehesa y a Catón (Armando Fuentes Aguirre), dos editorialistas que manipulan a las clases medias. Para los diarios Reforma y El Norte de Monterrey tal expresión de Andrés fue un acto de censura. No es verdad. AMLO solo ejerció su libertad de expresión criticando a dos periodistas tan criticables como cualquier persona.
Por cierto, AMLO me contó que el martes no solo criticó a Catón y a Dehesa. También cuestionó a Francisco González, propietario de Milenio. Dijo de este que obtuvo algunas de sus concesiones de radio de Carlos Salinas de Gortari y que tal es la razón de que sus medios sean tan duros y, con frecuencia, tan calumniosos con la resistencia civil.
Después de la comida, AMLO encabezó un acto en San Luis. Cuando este concluyó nos dirigimos a Guanajuato. Arribamos a esta ciudad pasadas las ocho de la noche. En el hotel La Abadía vi el juego de futbol de México. Lo hice por Televisa. Me llamó la atención que, al concluir el primer tiempo, apareció en la pantalla un anuncio de Enrique Peña Nieto, gobernador del Estado de México. Antes de que reiniciara el juego, el comercial de Peña Nieto volvió a aparecer. Tan solemne él, tan enérgico, tan elegante, tan ensayadas sus poses. Y tan falsas. Entiendo que la gente que ha perdido sus viviendas y sus carros por las inundaciones en el Estado de México haya empezado a insultar a Peña Nieto. Con lo que este gasta en publicidad podría financiar casas y coches para todos los damnificados.