Leo a Manuel Vicent en El País, de España: "El diario El País fue creado en el inicio de la Transición por pura necesidad ideológica sin pensar en el negocio".
Pero en un rotativo tan bien hecho el negocio era inevitable. "El éxito económico sorprendió a sus promotores", añade Vicent.
La sorpresa, por grande que haya sido, no impidió a la familia Polanco y a sus socios, entre los que hay periodistas históricos, como Juan Luis Cebrián, disfrutar las mieles del dinero, lo que no critico y hasta aplaudo y aun envidio.
El problema es que el amor al dinero, en esa casa editorial, fue mucho más intenso que el amor al periodismo, lo que en estos días ha quedado plenamente demostrado.
Cito de nuevo a Manuel Vicent: "Desde el principio fue el diario de referencia, solvente, con una identidad muy marcada, el intelectual colectivo, como lo definió Aranguren.... La derecha ideó todas las tretas posibles para arruinar esta empresa, sin excluir la tentativa de meter en la cárcel al patrón".
Pero, dice Vicent, "lo que no consiguió la derecha reaccionaria está a punto de conseguirlo el puto fútbol".
Así es, un conflicto empresarial por el control televisivo del futbol en España ha enfrentado a El País con sus aliados del PSOE "en una batalla con fuego amigo, en la que El País puede perder la identidad y los socialistas las elecciones, como un regalo a su común adversario".
Cuando conocí a los propietarios y directivos de El País en el año 2000, solo hablaban de su salida a la bolsa de valores. Les fue bien con eso y de entonces a la fecha crecieron no solo en España.
En México, por dar un dato, adquirieron la mitad de Televisa Radio y consolidaron su negocio de libros de texto.
Fueron respetables en nuestro país hasta que, para proteger sus intereses empresariales, echaron de W Radio puestos de acuerdo con Televisa a Carmen Aristegui, lo que hicieron para quedar bien con Felipe Calderón.
Ahora, en España, la defensa de sus intereses le ha quitado credibilidad y lectores a El País.
Es la historia de los diarios mexicanos Reforma, El Norte, Milenio, El Universal, Excélsior, El Informador...
Por eso, mientras más leo sobre la crisis de El País (tan parecida a la de los periódicos mexicanos) más respeto a La Jornada, un rotativo en el que el periodismo y el compromiso con sus convicciones siguen siendo más importantes que el negocio.