"Vil reventador del acuerdo fiscal", así llamó este domingo a Manlio Fabio Beltrones, en su columna de Milenio, el encuestador Federico Berrueto, socio y subordinado de Liébano Sáenz y, por las influencias de este último, principal hacedor de sondeos favorables al gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto.
Un día antes, en el mismo diario, el tal Liébano (que fue poderoso e importante en el sexenio de Ernesto Zedillo y que aspira a serlo de nuevo con Peña Nieto en el poder), eso sí, fiel a su estilo medio pusilánime, sin mencionar a Beltrones por su nombre le atribuyó intenciones perversas a este senador que podría, si se atreviese, rechazar los nuevos impuestos aprobados por la Cámara de Diputados y que, es un hecho, rechazan prácticamente todos los mexicanos.
Este domingo también, en Reforma (El Norte, en Monterrey, Mural, en Guadalajara), con objetividad porque no trabaja para político alguno, Miguel Ángel Granados Chapa dijo de Beltrones: "Si sus correligionarios en el propio Senado y en la Cámara de Diputados se lo permiten --o no lo impiden, que parece ser lo mismo, pero no es igual--, Manlio Fabio Beltrones emergerá de la apenas dibujada crisis en el Congreso como el factotum, el hacedor principal de la política económica, el director de la política nacional".
Unos días antes, El Abogado del Pueblo en El Norte de Monterrey ("Manuel J. Jáuregui" en Reforma), cuyo alias en la vida real se apellida Junco de la Vega, calificó a Beltrones como "senador primado" y "Líder Supremo Tricolor" que quitará las "rebabas más prominentes a esta aberrante propuesta fiscal para tornarla un poco más tersa, y colgándose una medallota al mismo tiempo".
En la Cámara de Diputados, los legisladores que ahí llegaron para defender los intereses políticos de Enrique Peña Nieto y de Beatriz Paredes están, desde luego, enojados con el senador Manlio Fabio Beltrones porque este amenaza con corregir la monstruosa ley de ingresos que ellos cocinaron.
Pero los diputados no deberían quejarse si el Senado, dominado por Beltrones, tomara la sabia decisión de enmendarles la plana. Se equivocaron por agachones y son, hoy en día, repudiados por la mayoría de la gente, digan lo que digan las cuchareadas encuestas de Berrueto y Liébano.
Y tampoco tendrán que quejarse ni Liébano ni otros partidarios de Peña Nieto y Paredes. Porque si ahora Beltrones los rebasa la culpa es de ellos. Para que aprendan a dejar de ser vulgares instrumentos desechables del poder.