Pomponio (cuyo nombre real es Lic. Mefistófeles Satanás) ha publicados datos acerca de la publicidad que reciben dos empresas editoriales de parte del gobierno federal. Una la merece por sus buenas audiencias, pero la otra de plano, no.
La que no debería recibir publicidad oficial es "Letras libres", de Enrique Krauze. O no tanta. Entendámonos, no es una mala revista, pero la lee muy poca gente.
Pomponio, al dar a conocer los gastos que ha hecho el gobierno en "Letras libres", se pregunta: "¿Por qué la insistencia de PEMEX de pasarle dinero a Letras Libres? ¿A poco en las plataformas del golfo hacen ateneos y simposios para discutir el Faedro y las redondillas de Sor Juana?".
Como Pomponio encontró varios contratos de 60 mil pesos entre "Letras libres" y Pemex, ha concluido que eso parece "una mensualidad". Y Seguramente lo es.
No solo Pemex invierte en "Letras libres". CONAGUA también (120 mil pesos), lo mismo que el Programa Oportunidades (54 mil pesos) y el Fondo de Cultura Económica (224 mil pesos), este último la única dependencia federal que justificaría anunciarse en una revista como la de Krauze.
En fin, en "Letras libres" se anuncia hasta la PGR, que nomás no tiene cabida en una publicación literaria muy buena a veces, pero de muy reducida circulación.
El que sí justifica las inversiones del gobierno federal es el Grupo Milenio, ya que, sumados todos sus diarios, portales de internet y su canal de televisión por cable, alcanza aceptables audiencias. A pesar de todo.
Por eso, dice Pomponio, "es interesante ver como PEMEX soltó un chingo de lana a Milenio justamente cuando Calderón estaba tratando de convencer a los mexicanos que tenían un tesorito entre sus profundidadesy que tenían que abrirlas para que los extranjeros tuvieran acceso a este".
"Milenio", ni hablar, a diferencia de "Letras libres" sí funciona a empresas públicas como PEMEX cuando estas quieren dar a conocer sus proyectos. Y funciona también, para lo mismo, a CONAGUA, al Programa Oportunidades, a la Secretaría de Economía, al ISSSTE y a todas las otras dependencias federales que lo contratan.
No ha tocado el tema el Lic. Mefistófeles Satanás, pero el gobierno federal gasta demasiada publicidad en medios prácticamente sin audiencias como las revistas "Emeequis", "Etcétera" y otras que casi no lee nadie ni representan a ningún grupo político o intelectual de relevancia.
Es imposible criticar que el gobierno federal trate de hacer llegar sus mensajes a través de "El Universal", "Reforma", "Excélsior", "Expansión", "Récord", "TV Notas" y muchas de las revistas editadas por Televisa. Y ni para qué mencionar a las televisoras o a las radiodifusoras, que son vistas y escuchadas por decenas de millones de mexicanos.
Tampoco es criticable que la publicidad se asigne de manera "directa", es decir, sin una licitación de por medio, ya que por su naturaleza no puede someterse a concurso. Aunque las reglas mediante las cuales se contrata son, simplemente, una vacilada.
Lo que sí representa una absoluta inmoralidad es la muy poca o nula publicidad del gobierno federal que, en estos tres años, han recibido medios críticos con muy buenas audiencias, como "La Jornada", diario líder; "Proceso", semanario líder; "El Chamuco", revista quincenal líder en su segmento, y la red de medios de internet de www.sdpnoticias.com, una de las más importantes en México si no por otra cosa, porque comunica a un amplio grupo de personas que participan en un movimiento de resistencia en todo el país y aun en el extranjero.
Aunque "La Jornada" y "Proceso" no nacieron como una consecuencia de la resistencia civil y "El Chamuco" tuvo una primera aparición años antes de las elecciones de 2006, estos tres medios, casualmente, o bien rechazan calumniar a López Obrador, como todos los otros, y a veces hasta apoyan la causa de AMLO, o bien son muy críticos del gobierno federal, lo que no distingue a casi todos sus competidores.
He ahí la explicación de que no reciben publicidad oficial: no se les premia por calumniar al rival político y se les castiga por cuestionar a Felipe Calderón.
Son cosas del tercermundismo en que vivimos.