El gobierno de Felipe Calderón Hinojosa se puso al nivel de las mafias del narcotráfico. Por una foto. Una simple fotografía. Horrorosa, eso sí. Vaya manera de transformar una victoria en derrota.

Desde luego, han convertido en derrota moral lo que fue, sin duda, una victoria militar.

No discuto la eficacia del operativo de la armada, con participación del gobierno de Estados Unidos, en el que perdió la vida el "jefe de jefes", Arturo Beltrán Leyva, que en círculos del Ejército era tratado, con exceso de respeto, como "don Arturo". Habría sido mejor arrestar a Beltrán Leyva que matarlo, pero no se pudo. Ni hablar. Estoy dispuesto a aceptar que se trató de un éxito de la administración calderonista. No un éxito decisivo ni nada que vaya a pacificar al país. Pero, para hacer posible la discusión, diré que el gobierno se anotó un tanto a favor.

Hasta ahí, lo que puede ser considerado positivo. Lo que no entiendo es el error terrible de haber fotografiado al presunto capo cubierto su cuerpo ensangrentado con billetes. Qué vergüenza.

Si es guerra psicológica, la armada la va a perder. Si se trataba de humillar a un enemigo, el gobierno lo logró pero al precio de rebajarse a sí mismo al nivel de los peores y más salvajes grupos de la mafia.

Por brutal, cruel y delincuente que haya sido en vida, Arturo Beltrán Leyva no merecía ser exhibido de esa forma. Los derechos humanos de todos deben ser respetados. Si el gobierno no lo hace, pobre gobierno. Miserable gobierno.

Ojalá Calderón y sus generales entiendan que para ganar la guerra en la que se metieron y metieron al país, van a necesitar conseguir primero una mínima dosis de autoridad moral, algo que perdieron con esas fotografías francamente despreciables.

Para no perder la cara, el gobierno tendrá que castigar a quien autorizó esa acción.