Comí este jueves con Mauricio Fernández, el polémico alcalde San Pedro Garza García. En Puerto Madero, restaurante de Polanco. La charla, muy agradable, se agotó a las 5:00 PM. A esa hora salí, en coche, al aeropuerto de la Ciudad de México. Llegué a tiempo para tomar el vuelo de las 7:00 PM a Monterrey. Antes de subir al avión de Aeroméxico saludé a Ramón Alberto Garza, de Reporte Índigo. La aeronave iba completamente llena. Me tocó el asiento 21F. Desde el despegué me dormí. Me despertó, una media hora más tarde, un anuncio del piloto. Lo reproduzco de memoria en el siguiente párrafo:
"Señoras y señores, habla el capitán. Nos informan que un avión ha pedido aterrizar de emergencia en el aeropuerto de Monterrey. Estaremos dando vueltas hasta que eso ocurra. Hay 10 aviones antes de nosotros esperando aterrizar. Nuestro aeropuerto alterno es el de la Ciudad de México. Les mantendremos informados".
Unos 20 minutos después el piloto habló de nuevo:
"Definitivamente no podremos aterrizar en Monterrey. El aeropuerto regiomontano se ha cerrado por el aterrizaje de emergencia de otro avión. Nos han ordenado que aterricemos en Torreón, a donde llegaremos en 50 minutos".
Cuando llegamos a Torreón nos dimos cuenta de que un jet de Mexicana de Aviación que volaba a Nuevo Laredo tuvo problemas con el tren de aterrizaje y bajó de emergencia en Monterrey. Por fortuna, no hubo muertos. Pero el aeropuerto regiomontano iba a permanecer cerrado toda la noche.
El piloto de nuestro avión nos dio dos opciones a los pasajeros: volver a la Ciudad de México o bajar en Torreón. Los que eligiesen la segunda tendrían que viajar, por su cuenta y riesgo, por carretera a Monterrey. Al final, Aeroméxico contrató un autobús para llevar a la Sultana del Norte a quienes así lo desearan.
Como el viaje de Torreón a Monterrey, en autobús, iba a durar entre cuatro y cinco horas, decidí volver al Distrito Federal. Pensé que más gente iba a hacer lo mismo que yo, pero, para mi sorpresa, fuimos muy pocos los que volamos de regreso a la capital del país.
Aterricé poco antes de la una de la mañana. Espero poder volar a Monterrey este viernes a cualquier hora después de las 10 AM. Escribo ahora como una forma de relajarme.
Antes de concluir, haré una pregunta a los responsables, en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, de los aeropuertos; me refiero a los señores Humberto Treviño Landois y Juan Molinar Horcasitas: ¿Por qué si Monterrey tiene dos aeropuertos grandes solo se utiliza uno para los vuelos comerciales? Porque, es un hecho, los aviones privados que tenían pensado aterrizar en el aeropuerto Mariano Escobedo y no pudieron hacerlo, sin problemas llegaron al aeropuerto Del Norte, ubicado a menos de 20 kilómetros del primero.
Y ni modo que digan que el aeropuerto del Norte es pequeño. He visto aterrizar ahí grandes jets de jefes de Estado que han visitado Monterrey en algunas reuniones cumbre que ha habido.
Supongo que Treviño Landois y Molinar Horcasitas estarán de acuerdo conmigo en que resulta una estupidez mayúscula mandar tantos vuelos a Saltillo, Torreón, Nuevo Laredo, etcétera teniendo Monterrey dos terminales aéreas enormes.
El hecho de no poder usar el segundo aeropuerto de Monterrey como alterno al primero significa molestias excesivas y costos gigantescos tanto para las aerolíneas como para los viajeros.
¿No hay modo de que, en Monterrey, las líneas aéreas puedan usar el aeropuerto Del Norte cuando se presenten problemas en el Mariano Escobedo? Digo, es un simple asunto de sentido común.