En Milenio Diario, una publicación que cada día tiene menos lectores (su principal difusión está ahora en la TV de paga con Milenio Televisión), sus editores han decidido convencerse a sí mismos de que Twitter no es una amenaza para ellos. En medio de la tormenta, en lugar de buscar refugio, insisten en negar la existencia del fenómeno.

Carlos Mota, autor de la columna "Cubículo estratégico", publicó el texto "Twitter, el sexo en vivo y el Círculo Amarillo".Lo sintetizo:

"Twitter... no todo lo que ocurre ahí es verdadero. Ni todo lo que se escribe en 140 caracteres es cierto, ni los participantes en el sexo en vivo están haciendo verdaderamente el amor. Mucha mentira. Me da desconfianza esto de que Twitter esté siendo tan constantemente elevado a las esferas informativas cotidianas. Es curioso, pero yo no observo que CNN, BBC, Fox, Bloomberg y otros medios electrónicos de reputación internacional se estén obsesionando tanto con la mentada plataforma tecnológica. Pero en México lo que se discute en Twitter cada día con más constancia se convierte en el mainstreamdel debate cotidiano. El fenómeno es sumamente extraño, porque definitivamente hay opiniones y notas periodísticas mucho mejor documentadas en los diarios que en Twitter, pero pasan desapercibidas a los ojos de editores de otros medios. Llama también la atención que los personajes públicos hayan tomado la bandera de twittearcon tanto ahínco. Porque hay que decirlo: mucho de lo que toma relevancia en esa plataforma es porque lo dijo alguien que previamente ya era seguido. Vaya, las discusiones alimentadas u originadas por Olegario, Adela, Pedro, Loret o Azcárraga son catapultadas dentro de esa realidad virtual por venir de quien vienen. Aquí el diagnóstico: Twitter tiene tanto éxito en México porque es el primer lugar, con inmediatez total, donde se mezclan el Círculo Rojo con el Círculo Verde. Nace el Círculo Amarillo"

Por su parte, en la "Historia en breve", Ciro Gómez Leyva publicó la columna: "Twitter y el miedo: resentidos y twitteros".La resumo:

"Dos líneas de opinión fácilmente identificables protestaron por La historia en brevedel jueves, Twitter nos quiere matar de miedo. Una (los resentidos del 2006), aprovecharon el ruido para eructar las diatribas de costumbre y lanzar bravatas apocalípticas de ocasión: las redes sociales (¡viva!) aniquilarán a los medios de la oligarquía (¡horror!), bla, bla. No argumentan: descalifican e insultan. Periodísticamente, no dan para más. Otra cosa fueron las críticas apasionadas, creo que de buena fe la mayoría, de los jóvenes twitteros. Respondo: nunca cuestioné a Twitter o Facebook, sino la forma en que a través de ellos se inventaron noticias (relacionadas con la violencia en Tamaulipas). Algunos twitterosusaron Twitter para mentir. Eso escribí el jueves. El problema de desinformación que generaron fue especialmente delicado porque en esas regiones de Tamaulipas hoy no se puede hacer trabajo periodístico. En una circunstancia así, la versión oficial llena inexorablemente el vacío informativo. Vaya Dios a saber si lo que dijeron el alcalde de Reynosa o el gobernador Eugenio Hernández sea cierto. Pero a falta de una verificación confiable, es lo que hay".

En el mismo diario, un twittero activo, Jairo Calixto Albarrán, por prudencia no criticó directamente a su jefe Ciro Gómez por decir tantas insensateces acerca de las redes sociales, pero sí lo hizo en forma indirecta al cuestionar los argumentos del gobernador de Tamaulipas, Eugenio Hernández, quien con palabras muy similares a las de Gómez Leyva, cito a Jairo, "en lugar de combatir con inteligencia y voluntad política al crimen, abrió un portal informativo antipsicosis, donde se pueda culpar a los twitteroshasta del temblor en Chile".

También en Milenio, Epigmenio Ibarra, el viernes pasado, le había dado una lección a Ciro Gómez al decir que a él, a Epigmenio, Twitter no le da miedo.

Un periodista amigo del gobierno de Calderón y francamente venido a menos como Gómez Leyva no critica a Twitter por "mentir" sobre Tamaulipas, sino porque ve amenazada la posición de privilegio que durante tanto tiempo han mantenido los medios tradicionales en la industria de la difusión de noticias y opiniones. Por eso, se atreve a decir ridiculeces mayores como que, ante la falta de información confiable, debe tomarse por buena la que dé el gobierno tamaulipeco porque "es lo que hay". Con este tipo de afirmaciones, Ciro reafirma su actual fama: sobrará gente que piense que el directivo de Milenio y el gobernador Hernández tienen un acuerdo comercial.

Carlos Mota tiene razón en algo: en Twitter conviven tanto las figuras públicas como los ciudadanos de a pie. Pero es falso que "las discusiones alimentadas u originadas por Olegario, Adela, Pedro, Loret o Azcárraga" sean las que generen más atención entre los twitteros. He estado en el centro de no pocos debates en esta red social, y ninguno lo han provocado los personajes citados por Mota ni otros protagonistas de la vida empresarial o mediática en México. Casi todo lo importante que ha sucedido en Twitter lo han generado usuarios comunes y corrientes cuyos puntos de vista e informaciones hemos seguido todos los demás, incluidos los magnates o "líderes de opinión" de siempre. En algunos casos, Emilio Azcárraga lo sabe, la presión de twitter ha obligado a la oligarquía de los medios a rectificar.

Desde luego, Carlos Mota se equivoca al decir que" CNN, BBC, Fox, Bloomberg y otros medios electrónicos de reputación internacional" no presten atención a Twitter. Lo hacen, sin duda. Lo puede comprobar cualquiera que vea sus informativos.

Está en marcha una revolución mediática. Los medios tradicionales, para evitar que los arrase, están buscando la manera de encabezarla. Por eso Olegario Vázquez Aldir, propietario de Grupo Imagen, y Emilio Azcárraga, principal accionista de Televisa, han decidido personalmente ponerse a twittear. No confían en lo que hagan en Twitter sus periodistas, está claro. Se entiende su esfuerzo y se les desea suerte, pero, es un hecho, internet está destrozando los monopolios noticiosos. Y los mensajes que Olegario y Emilio manden a los twitteros no serán suficientes para detener la marcha de la historia.