Hace mucho tiempo no estaba de acuerdo con Ciro Gómez Leyva, de Milenio. Hoy comparto totalmente lo que dice en su columna: el candidato del PRD, PT y Convergencia al gobierno de Quintana Roo, Gregorio Sánchez, alias "Greg" es un tipo impresentable que muy probablemente tiene vínculos con el crimen organizado.

No entiendo la defensa que los chuchos (Jesús Ortega, Carlos Navarrete, Guadalupe Acosta Naranjo), Manuel Camacho y otros políticos de "izquierda" hacen de él.

Los dirigentes de la, en esta ocasión, pero no solo en esta, mal llamada izquierda mexicana deberían aceptar los hechos, la evidencia, los datos: Greg Sánchez ha vivido en los últimos tiempos no como un funcionario público más o menos próspero, es decir, más o menos corrupto, como hay miles, sino como un verdadero potentado que, de plano, no cuenta con ninguna justificación decente para impedir que, por su enorme patrimonio, las personas piensen mal de él.

Ya fue detenido el ex alcalde de Cancún y trasladado a un penal de Nayarit. Espero que se le juzgue correctamente, es decir, respetando sus derechos y, si después del proceso resultara que es inocente, tendría que disculparme con él y lo mismo estarían obligadas a hacer las autoridades.

Pero Greg Sánchez no parece, ya no digamos un paradigma de inocencia, sino que ni siquiera se ve como alguien medianamente lleno de virtudes.

Por mi trabajo y por mis relaciones con importantes políticos del PRD, PT y Convergencia desde 2005, he logrado escuchar numerosas historias acerca de los excesos de Gregorio Sánchez. Siempre me pregunté, y ahora con mayor razón me lo pregunto, por qué la izquierda lo había aceptado primero como candidato a presidente municipal de Cancún y ahora como candidato a gobernador de Quintana Roo. La única respuesta que se me viene a la cabeza es que no pocos de los líderes izquierdistas con poder hoy en día, sobre todo en el PRD, le deben fuertes favores económicos.

Ahora solo cabe pedir al gobierno que siga actuando con energía contra los bribones incrustados en la izquierda, pero que, sería justo, también empiece a hacerlo contra todos los mafiosos, muchos de ellos socios de los capos de las drogas, que militan en el PRI y en el PAN y que, inclusive, ocupan cargos de importancia en estos dos partidos de derecha.

Porque, estoy seguro, la delincuencia organizada opera más a gusto y tiene más influencia en el T PRI y en el PAN que en el PRD, PT y Convergencia. Que el gobierno no lo quiera ver, es otra cosa.