Con esa expresión, Ciro
Gómez Leyva descalifica a Carmen Aristegui en su columna de hoy en Milenio.
Dice Ciro que lo realizado por Aristegui
es guerra sucia, de menor nivel que el "extrerminio de militantes de izquierda
por parte de grupos paramilitares" en los años 60 y 70, pero guerra sucia al
fin. Cito al columnista, directivo y locutor de Grupo Milenio:
"En el orden descendente de la escala están los materiales
desesperados que no revelan nada, pero intentan ensuciar: recogen la mierda y
la difunden para dejar una mancha. MILENIOy Carlos Marín fueron objeto ayer de una de esas ofensivas".
"Carmen
Aristegui puso al aire una grabación filtrada donde Raúl Castellanos, director
de Comunicación del gobierno de Oaxaca y la campaña del candidato del PRI,
Eviel Pérez Magaña, le reportaba al gobernador Ulises Ruiz que Marín estaba
entrevistando a Gabino Cué en MILENIO Televisión. La molestia de Castellanos
estribaba en que, por un presunto acuerdo (supongo que comercial), MILENIOno debería difundir nada de Gabino".
Para Ciro ese "periodismo de Aristegui" simplemente no es
periodismo, ya que solo busca "manchar".
Desde luego, Carmen Aristegui no hizo nada malo. Le llegaron grabaciones
telefónicas en las que hablan dos personajes públicos (el gobernador de Oaxaca
y su ex director de Comunicación) y en las que estos se expresan de una manera
no del todo correcta de un tercer personaje público, el director de Milenio,
Carlos Marín.
Con que Marín diga que lo expresado por los oaxqueños es falso,
asunto resuelto. Y creo que eso ha hecho el directivo de Milenio.
Ahí debió haber dejado Milenio la cosa: en mienten Ulises y su
subordinado, y ya. Pero Milenio decidió ir mucho más lejos: acusar a Aristegui
de recoger la mierda y difundirla para dejar una mancha. Esto es una calumnia.
Por lo demás, no le queda quejarse de un buen trabajo periodístico
(el de Aristegui lo fue) a un medio que hace no mucho tiempo difamó a alguien
que no es figura pública (su padre, AMLO, sí, pero el muchacho no) al acusarlo
de llevar un tren de vida de magnate. ¿En qué basaba Milenio su acusación? En
que al joven le gustan los yates de lujo. ¿Cómo lo probó? Con una foto que el hijo
de López Obrador se tomó, durante unas vacaciones en Cancún, en un "yate", es
decir, uno de esos catamaranes baratos y aun inseguros a los que se suben para
viajes de un par de horas más de 200 turistas perfectamente acomodados como en
lata de sardinas.
Ciro, pues, más que ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el
propio, se parece al famoso burro que se pone a hablar de orejas.