Ha trascendido
que el presidente espurio Felipe Calderón Hinojosa ha buscado al presidente
legítimo Andrés Manuel López Obrador para que este último participe en un "diálogo"
nacional.
Entiendo a
Calderón: no le basta reunirse con la izquierda dócil, es decir, la dirigida
por Manuel Camacho, Jesús Ortega, Marcelo Ebrard, etcétera.
Es tan
profunda la crisis nacional, sobre todo después del asesinato de Rodolfo Torre,
candidato del PRI al gobierno de Tamaulipas, que Calderón necesita urgentemente
ser arropado por todas las fuerzas políticas.
A Felipe Calderón
ya lo apoyan el PRI de Beatriz Paredes, Manlio Fabio Beltrones, Enrique Peña
Nieto y Fidel Herrera; el PAN, al que pertenece Calderón, y un sector de la
izquierda mexicana (pero el menos importante) esto es, el de Camacho, Ebrard,
los chuchos, etcétera.
La
verdadera y única oposición a Calderón la representa el movimiento de
resistencia de Andrés Manuel López Obrador, el presidente legítimo de México.
No es
cualquier oposición la de AMLO. Este representa a millones de mexicanos
políticamente organizados más allá de los partidos de izquierda.
Desde
luego, AMLO representa a más mexicanos de izquierda que el PRD, Convergencia y
el PT y que los líderes de estos partidos Camacho, Ebrard, Ortega y los demás.
Por eso, en
la actual crisis a Felipe Calderón le urge que AMLO participe en los diálogos
que el gobierno federal necesita encabezar para buscar salidas.
Pero
millones de mexicanos agraviados por el fraude electoral no deseamos que AMLO
se junte con Calderón, a no ser que el presidente espurio acepte las siguientes
condiciones:
1. Que pida perdón por el fraude
electoral de 2006.
2. Que el diálogo se celebre en las
oficinas del gobierno legítimo de México, ubicadas en la colonia Roma del
Distrito Federal.
3. Que no sea un diálogo en lo
oscurito, sino, como propuso alguien, totalmente abierto al público,
transmitido por televisión e internet y en el que se permita, mediante sistemas
como twitter, la participación de los ciudadanos.
Sin eso
Andrés Manuel no debe rebajarse a dirigirle la palabra a Calderón.
Por lo
demás, el gran problema actual lo provocaron Calderón y sus patrocinadores y
aliados que, luego de robarse las elecciones de 2006, intentaron legitimarse
llevando al país a una guerra hoy más perdida que nunca.
Si Calderón
puede, que arregle él el problema. Si no, que encuentre la manera de irse sin provocar mayor
inestabilidad.