En 1994, el principal acto de campaña del candidato
presidencial sustituto del Partido Revolucionario Institucional, fue el de
gritar en su toma de protesta que él era absolutamente leal al asesinado Luis
Donaldo Colosio.
Eso, más la baja participación electoral por el ambiente de
miedo que entonces se vivía en México (meses antes del magnicidio de Lomas
Taurinas había surgido, en Chiapas, la guerrilla zapatista), convirtieron unos
comicios que iban a ser muy peleados entre Colosio y el, a la sazón, candidato
izquierdista Cuauhtémoc Cárdenas, en una contienda que el PRI terminó por
enfrentar con todo a su favor.
Los que hacen encuestas saben que el PRI gana si la participación
electoral es baja, y al revés: el PRI pierde si la participación es alta.
¿Qué va a pasar después del asesinato del candidato del PRI
al gobierno de Tamaulipas, Rodolfo Torre? Que el próximo domingo, en todos los
estados en los que habrá elecciones la participación disminuirá. Por el miedo
de la gente a quedar atrapadas entre las ya tradicionales balaceras
patrocinadas por la narcopolítica que actualmente impera en México.
Y es que el miedo, sin duda, opera a favor del PRI.
Por si no fuera bastante, el mejor acto de campaña que ha
tenido el PRI en 2010 ha sido el discurso de Beatriz Paredes en el funeral del
candidato asesinado.
Fue un evento que neutralizó la mala imagen que el PRI se
había merecido luego de la filtración de grabaciones telefónicas, indudablemente
realizadas por los servicios de espionaje del gobierno federal panista, en las
que se oía decir toda clase de barbaridades a los gobernadores de Veracruz,
Fidel Herrera; Puebla, Mario Marín, y Oaxaca, Ulises Ruiz.
En resumidas cuentas, el asesinato del candidato tamaulipeco
ha beneficiado al PRI por partida doble: por un lado, le dio a ese autoritario
partido el más impactante acto de campaña, y por el otro, le ayudará
disminuyendo la participación electoral.
Es raro que, en México, la narcopolítica y las acciones
de la mafia siempre acaben beneficiando al PRI. Raro, raro.