Ricardo Bucio dice, en la breve biografía que presenta en su

cuenta de Twitter, lo siguiente acerca de él mismo: "Creyente de la igualdad,

de la democracia, y de los afectos... Presidente del Consejo Nacional para

Prevenir la Discriminación @Conapred".

Nada de eso parece cierto. Me explico.

Él es un funcionario público. Con capacidad para establecer

sanciones, por cierto. Así, decidió, según reportes de prensa, castigar al

diputado del Partido del Trabajo, Gerardo Fernández Noroña. A este, el Conapred

le ha exigido que se disculpe por haber usado, en su cuenta de Twitter, expresiones

que denigran a las personas con síndrome de down.

Eso estaría muy bien si no fuera por el hecho de que el

señor Bucio no le ha dado a Fernández Noroña la oportunidad de defenderse.

Carajo, no le respetó a Noroña el más elemental de los derechos humanos.

Noroña sí dijo, en Twitter, algo inconveniente relacionado

con los niños con síndrome de down. O, al menos, es lo que creemos los que

participamos en esa red social de internet. Pero, ¿y si no fue Fernández

Noroña?

Los ciudadanos a los que nos molestaron las palabras de

Gerardo Fernández Noroña, sin pensarlo mucho condenamos al diputado. Es nuestro

derecho y lo ejercimos. Desde luego, corrimos el riesgo de habernos equivocado,

es decir, de que Fernández Noroña en realidad no hubiera dicho nada, de que lo

hubiese hecho alguno de sus asistentes y no él o incluso, algo perfectamente

normal, de que alguien hubiera hackeado su cuenta. Los ciudadanos que criticamos

a Noroña en Twitter no investigamos nada de lo anterior porque, simple y

sencillamente, no estamos obligados a hacerlo. Habría valido la pena hacerlo

pero, ni hablar, no ocurrió.

La autoridad no puede actuar tan a la ligera.

Desgraciadamente, Ricardo Bucio, de Conapred, sí lo hizo.

Una tuitera, Katia DArtigues, columnista de El Universal, se sintió particularmente

agredida por las expresiones de Noroña, y denunció al diputado del PT ante el

Conapred. Muchos apoyamos a Katia en lo que hizo, a pesar de que para ella

debió haber sido suficiente con la disculpa que recibió de Fernández Noroña por

teléfono. Porque este atrabancado político, en efecto, en cuanto supo que había

lastimado a DArtigues la llamó para disculparse. Yo ahí habría dejado la cosa,

Katia no, ni hablar, es su derecho.

Lo menos que pudo haber hecho Conapred, pero no hizo, en

cuanto recibió la queja de Katia DArtigues era investigar: primero, si Noroña

realmente dijo lo que se le ha atribuido; segundo, su intención al expresarlo,

y tercero, si había o no algún contexto en el que escribió las palabras sobre

los niños down.

Conapred no hizo nada de eso. Arbitrariamente, por lo tanto

ilegalmente, sin escuchar al acusado, salió a los medios a exigir una disculpa

a Noroña.

No digo que Noroña no se deba disculpar. Por supuesto que

tiene que hacerlo, una y mil veces. De hecho, ya se disculpó una vez, ante

Katia.

Aquí lo que quiero comentar es otra cosa: la manera

absolutamente ilegal en que se conduce Conapred, institución que depende de la

Secretaría de Gobernación, que vio en el incidente una oportunidad de golpear

al movimiento de Andrés Manuel López Obrador, en el que Fernández Noroña

participa.

Ricardo Bucio, de Conapred, se apresuró a condenar a Noroña

y a exigirle una disculpa sin darle al diputado del PT ninguna oportunidad de

defenderse.

Eso no se vale. El señor Bucio tendrá que responder por sus

actuaciones perfectamente ilegales. Es un irresponsable. De hecho, el que tiene

que disculparse ahora es él. Si el presidente del Conapred no se disculpa

quedará como lo que probablemente es: un vulgar grillo al que le queda grande

el cargo.