Villa de

Santiago. Cola de Caballo. Dos nombres que significan tanto para todos los

regiomontanos. El primero es, en mi opinión, el municipio más bello de Nuevo

León. La segunda, una bellísima caída de agua. Cerca de esta cascada fue

encontrado muerto, asesinado por el crimen organizado que lo había secuestrado,

el alcalde Santiago, Edelmiro Cavazos. Del PAN, por cierto. Esto es, del

partido político en el que milita el gobernante que, a lo puro tonto, declaró

al finalizar 2006 una guerra perdida desde su arranque contra las mafias del

narcotráfico.

El día de

su cumpleaños, Calderón recibió como regalo de parte de la mafia el cadáver de

uno de sus compañeros de partido. Se trata de un mensaje, sin duda. Más que claro,

fuerte, brutal, terrible. Para que no olvide Felipe Calderón que la violencia del

narco es desde hace tiempo violencia política. El hecho es que ya nadie está a salvo, ni

siquiera los políticos que cuentan con la protección de los cuerpos policiacos

que controlan.

Los

atentados en contra de los políticos traerán la consecuencia, lógica, de que la

población quedará todavía más desprotegida. Porque los funcionarios,

lógicamente, incrementarán todos ellos la seguridad que los protege o debiera

protegerlos. Llegará el momento en que el Ejército y las corporaciones policiacas

solo sean suficientes para defender políticos. De hecho, desde hace rato una proporción

bastante grande de los soldados y los policías existentes literalmente se consagran

a atender a los llamados servidores públicos. Cada día son más los comisionados

para esa función, y cada día son menos los que trabajan para garantizar la

seguridad de la gente común y corriente.

Lo peor es

que Calderón no entiende que su estrategia ha fallado. Por esta causa, el país está

en serios problemas, particularmente porque hay ciudades de gran tamaño en

poder del narco, como Monterrey y muchas en la frontera norte y en otras regiones.

La propia existencia de México como nación soberana está en riesgo. Si no por

otra cosa, porque el gobierno federal, muy debilitado, cada día necesita más apoyo

extranjero para no verse definitivamente derrotado.

Urgen

cambios políticos profundos. No creo que ayude la renuncia de Calderón, que

seguramente este hombre agobiado ya ha considerado (y si no él, la deben estar

planteando los altos mandos del Ejército, la cúpula del poder en Estados Unidos

y los grandes empresarios de México). Si Felipe Calderón se fuera, se

provocaría en mi opinión un problema todavía mayor por la inestabilidad que se

generaría en todo el país. Hay que aguantarlo, pues. Hasta el final del

sexenio.

Entiendo a

los empresarios que insisten, en sus reuniones, en que un "duro" como el senador

Manlio Fabio Beltrones termine el sexenio en vez de Calderón. Sin negarle

méritos a Manlio (que es menos duro de lo que dicen sus amigos y enemigos),

esto no solucionaría nada.

Pero los

que sí deben irse son los gobernadores que en vez de ayudar a corregir las

cosas, las complican. Como Rodrigo Medina, de Nuevo León, un producto de

Televisa que ha resultado un verdadero inútil que vive acobardado y que, en vez

de gobernar, se dedica a posar para las cámaras de la televisora que lo hizo,

en mala hora, gobernador.

Por lo

pronto, #FueraRodrigoMedina.