A Fidel
Herrera, gobernador saliente de Veracruz, lo conocí hace muchos años. Tuvimos
una relación más o menos cercana. En 1996, no puedo ni debo olvidarlo, él hizo algo
importante por mí. No diré qué, no es algo que deba saberse. Lo traté con frecuencia hasta
2004, cuando él llegó al cargo que actualmente ocupa y en el que estará todavía
un par de meses más. A partir de ese año, dejé de verlo. Hubo una disputa
periodística entre el diario Milenio de Xalapa, que dependía de mí, y su
campaña electoral, y nos alejamos. La verdad de las cosas es que no se me da relacionarme
con la gente que tiene poder. Lo he hablado mucho con Andrés Manuel López
Obrador. Apoyaré al Pejepara que
llegue a la Presidencia en 2012, pero si gana dejaremos de ser amigos. Lo
correcto, en mi opinión, será que me convierta en su más fuerte crítico, y
ojalá lo sea tanto que me lleve a enemistarme con él. Espero que haya oportunidad
de probarlo.
El caso es
que a Fidel Herrera nunca lo busqué siendo gobernador ni él me buscó a mí. He
vuelto a hablar con él en la etapa final de su gobierno, cuando se prepara para
ser de nuevo un ciudadano más o bien para una etapa diferente en su carrera, ya
sin la influencia enorme que brinda el control de la política en uno de los
estados más grandes de México.
Volví a encontrarme
con Fidel un par de meses antes de las elecciones de este año. En una visita
que hice a Xalapa con un amigo que tiene negocios en la capital veracruzana, este
recibió casualmente una llamada del gobernador Herrera. Mi acompañante le dijo
que estaba conmigo, lo invitó a comer con nosotros, el gobernador aceptó, charlamos
y, por encontrarle un ángulo positivo al asunto, le hice una especie de entrevista
en twitter, en la que Fidel dijo básicamente que es aliado de Manlio Fabio
Beltrones y Beatriz Paredes, no de Enrique Peña Nieto, lo que me pareció un
inusual acto de sinceridad y hasta de arrojo en un priista formado en las
reglas de la disciplina absoluta.
Al hecho de
no apoyar abiertamente a Peña Nieto y, también, a la guerra sucia promovida por
el panista Miguel Ángel Yunes contra el entonces candidato del PRI, Javier
Duarte (eran tiempos de campañas electorales en Veracruz), atribuí días después
de lo que he narrado, la difusión de unas grabaciones telefónicas de Fidel
Herrera, que correctamente y con sentido periodístico fueron dadas a conocer
por el grupo radiofónico Imagen y por el diario Excélsior, pero que en forma
indebida se utilizaron para una campaña de desprestigio y aun de linchamiento
por parte de estos medios, en particular por Pedro Ferriz de Con, quien llevó
mucho más allá de lo informativo sus críticas a Herrera.
Hace menos
de un mes, las lluvias inundaron varias ciudades de Veracruz. La situación, muy
grave, volvió a ser usada para golpear a Herrera. Esta vez lo hizo Televisa. Joaquín
López-Dóriga manipuló videos y fotografías para hacer ver al todavía gobernador
veracruzano como una persona alejada de las necesidades de los damnificados. Me
quedó claro que la televisora de Emilio Azcárraga actuó de ese modo con el único
propósito de quitarle obstáculos a Peña Nieto en su carrera por la Presidencia.
No había
salido Veracruz de la emergencia por las inundaciones cuando, hace días, pegó
en esta entidad el más fuerte huracán que la ha impactado. Los daños son terribles.
Es necesaria la solidaridad de todos, sin duda. En especial, valdría la pena
que la disputa política no ensuciara el trabajo de superar la crisis. Pero esto
es tan difícil.
Muy pronto el
Tribunal Electoral federal decidirá el caso Veracruz, es decir, confirmará o no
el triunfo del PRI. En cualquier caso habrá problema. Porque, para el PAN es
mucho lo que está en juego: una de las entidades más grandes de México. Y también
porque, evidentemente, a Peña Nieto le preocupa la posibilidad de que Herrera
siga fortaleciendo su imagen no solo de eficaz operador político, algo que
abunda en el PRI, sino por la circunstancia innegable, si el Tribunal así lo
decide, de haber sido el único priista que obtuvo una victoria de peso en 2010.
Cualquiera
que sea el fallo del Tribunal Electoral, desgraciadamente, habrá golpeteo
político contra Fidel Herrera. Si este ya no fuera gobernador de Veracruz, semejante
grilla sería irrelevante. Pero lo es todavía. Y lo será durante toda la etapa
de crisis por el huracán Karl. Lo decente sería dejarlo terminar su gobierno en
paz, si no por otra cosa, para que no se distraiga y atienda totalmente
concentrado lo importante. No ocurrirá, las ambiciones de los políticos no
entienden razones humanitarias.
Uno de los
que no entiende es Felipe Calderón. Es tan serio lo ocurrido en Veracruz que el
gobierno federal ya debería estar cancelando los gastos por las fiestas del
centenario de la Revolución que todavía pueda cancelar. Para entregar esos
recursos a los damnificados, que son cientos de miles. No lo hará porque, qué
carajo, Calderón solo encuentra lo prioritario es el boato de las celebraciones
"históricas", no en el sufrimiento de la gente.