El jefe de Gobierno del Distrito Federal no ha traicionado a

nadie. Simplemente está equivocado. Su mal diagnóstico parte de una ambición

legítima, pero desmesurada, que debería aprender a controlar.

Marcelo Ebrard Casaubón, ejerciendo sus derechos

elementales, busca ser presidente de México. Sabe que, para lograrlo, deberá

superar dos obstáculos gigantescos: el de vencer como candidato presidencial en

los comicios de 2012 y, antes de eso, el de arrebatar la candidatura de

izquierda a Andrés Manuel López Obrador.

En mi opinión, y en la de millones, Marcelo no cuenta con

fuerza política para lograr ninguno de los dos objetivos mencionados. Por eso,

intenta ahora suplir sus debilidades con mañas. Porque eso es, mera maña,

buscar una alianza electoral con el PAN.

El problema es que, cuando alguien intenta pasarse de vivo jugando

a verle la cara de idiota al enemigo (eso es el PAN para la izquierda) corre el

riesgo de terminar aplastado. Es lo que pasará con Ebrard, con Manuel Camacho

Solís, con los chuchos y con el PRD si van aliados con Acción Nacional en las

próximas elecciones de gobernador del Estado de México: terminarán humillados y

avergonzados por el panismo que, en caso de que fuera exitosa tal alianza, sería

el único que se beneficiaría.

Es que, solo alguien completamente obnubilado por la apetito

de trascendencia política (parece ser el caso de Ebrard) no entiende que, en la

actual coyuntura, la alianza PRD-PAN solo fortalece al PAN.

La lógica de Ebrard, Camacho y los chuchos es tan compleja

como falsa (aplica para ellos, como anillo al dedo, la navaja de Occam): las

posibilidades del PRD, del PT y de Convergencia de ganar las elecciones presidenciales

de 2012 aumentarán si se derrota al PRI en los comicios locales más

importantes. Desde luego, se equivocan. Porque, más que los institutos de

izquierda, el que se fortalece con eso es el PAN.

A la izquierda no le beneficia la alianza simplemente porque

millones de sus simpatizantes, con AMLO a la cabeza, no están de acuerdo en ir

con un partido que recurrió al fraude electoral (el PAN en 2006) para vencer a

otro que se mantuvo en el poder 70 años gracias al fraude electoral (el PRI).

Vicente Fox y Felipe Calderón probaron que el PRI y el PAN

no son lo mismo porque, ya no hay duda, es mucho peor el panismo que el

priismo.

Contra lo que proponen Ebrard, Camacho y los chuchos, el

movimiento de AMLO, con el PT y probablemente con Convergencia, postulará a un

candidato propio en el Estado de México. La sola participación de la izquierda

verdadera le quitará mucha de su fuerza a la alianza PAN-PRD.

¿Que eso es bueno para el PRI? Falso. Que la izquierda tenga

candidato propio es bueno para la izquierda que, si desea llevar al gobierno su

proyecto de nación, tendrá que aprender a vencer por sí misma tanto al PRI como

al PAN. No a derrotar a uno favoreciendo a otro. Como lo dijo @navegaciones en

un excelente texto, es ridículo buscar acabar con el hombre lobo haciendo

alianza con Drácula. Lo que debemos hacer para que ya no haya monstruos es

acabar con la casa de los espantos, y esta es el podrido sistema político

mexicano.