A las 7 de la mañana con 16 minutos de este martes recibí el
siguiente mensaje por twitter: "@ileanau: @FedericoArreola está viendo a @m_ebrard con @CarlosLoret ? para él de plano no existe otro candidato
que no sea él #ternurita".
Anoche, viendo las fotos en las que, en los diarios de ayer
lunes, apareció Marcelo Ebrard Casaubón abrazando a Ángel Aguirre en Guerrero, me
comentó un político que fue amigo de Luis Donaldo Colosio: "Marcelo, como
Camacho en el sexenio de Salinas, ya perdió piso".
En agosto de 1993 acompañé a Luis Donaldo Colosio a Chiapas,
específicamente a los municipios en los que, meses más tarde, aparecería el
zapatismo. De regreso, en el avión Donaldo me comentó que se sentía cansado y
que iba a batallar para estar atento en una cena a la que iría inmediatamente después
de aterrizar, si la memoria no me falla, con el historiador Enrique Krauze, el
periodista Ramón Alberto Garza y el empresario Adrián Sada.
El cansancio de Colosio me dio la idea de publicar una
columna, en El Norte, diciendo que él
estaba así porque sabía que no tenía posibilidades de ser candidato frente a
Manuel Camacho. Juro que se trató de una especie de experimento psicológico. Pensé
que si Camacho leía mi escrito, lo iba a interpretar, por mi cercanía con Luis
Donaldo, como una verdad absoluta: Colosio se sentía derrotado.
Tal cual ocurrió. Camacho, a quien yo no conocía, me buscó.
Acordé tomar un café con él, que era regente del Distrito Federal, en unas
oficinas que tenía por el rumbo de Observatorio. Otra persona participó en la
reunión, su entonces secretario particular, un hombre de Monterrey, Javier García
Ávila.
Manuel Camacho me dijo, de inmediato, que yo le dijera a
Colosio que no se preocupara, que él, Camacho, le iba a dar a Donaldo la
secretaría de Gobernación. Así de loco.
Obviamente Camacho no tenía la menor idea acerca de lo que
estaba pasando en aquel proceso sucesorio, como quedó evidenciado meses más
tarde cuando no obtuvo la candidatura presidencial del PRI.
En aquella conversación, la primera que sostuve con Manuel
Camacho, este hombre, que había perdido el piso, ni siquiera como un supuesto aceptó
la posibilidad de no ser candidato a la presidencia de la república. Varias
veces le pregunté: "Bueno, ¿y qué harías en el muy improbable caso de no ser
candidato?". En todas las oportunidades respondió: "Imposible que ocurra. Yo
seré el candidato, sin lugar a dudas, para eso estoy trabajando, y es lo que
pasará".
Salí de la oficina de Camacho pensando que el a la sazón
regente del Distrito Federal estaba si no loco, de alguna manera chiflado. Ya
sabía yo que en esa monomanía andaban sus colaboradores, entre los que ocupaba
un lugar de privilegio don Marcelo Ebrarad Casaubón, @M_Ebrard para los amigos
de twitter.
La historia se repite. Hoy el convencido de que será
candidato es Ebrard. Pues, por mí, que lo sea. Si quiere y puede que se haga de
la candidatura del PRD, de Convergencia y hasta del PAN si prosperan sus negociaciones
con Felipe Calderón. (No incluyo al PT que ya tiene candidato: AMLO).
Pero Ebrard, que ni se engañe, no será candidato del
movimiento de resistencia encabezado por Andrés Manuel López Obrador.
Los apoyos políticos son endosables a veces, pero no
siempre. Y los ciudadanos, millones de mexicanos, que durante años han
dialogado con AMLO en todos los rincones del país no aceptarían, ni siquiera si
lo pidiera el propio Andrés Manuel, apoyar a otro político. Nomás faltaba haber
perdido el tiempo resistiendo durante todo el sexenio de Calderón para acabar
votando por más de lo mismo, aunque se presente con colores de "izquierda".
Conozco a Andrés Manuel y sé, está hablado, que su
movimiento va al 2012 para buscar la transformación profunda del país, no solo para
dirigir un gobierno más o menos eficaz.
Pero en el improbable caso (suponiendo sin conceder, dicen
los abogados) de que Andrés Manuel me dijera: "Federico, ya lo pensé, hay que apoyar
a Marcelo", yo le contestaría: "Pues apóyalo tú, Andrés, y que te vaya bien; yo
tengo mejores cosas que hacer".
Para mí Ebrard es lo mismo que Camacho, y Camacho es lo
mismo que los chuchos, y los chuchos son como Calderón, y Calderón es igual a César
Nava, y César Nava es en esencia idéntico a Moreira, y Moreira es otro Peña
Nieto, y Peña Nieto es un clon de Javier Lozano, y Javier Lozano es intercambiable
con Manlio Beltrones, y Manlio Beltrones es otro Creel, y Creel es como Ebrard
que es lo mismo que Camacho...
Solo veo a un político distinto: López Obrador. No veo a
ningún otro dispuesto a cambiar de fondo al sistema político mexicano. Así que
si AMLO no va, yo tampoco. No perdería mi tiempo en proyectos electorales que
nada van a cambiar. Ni siquiera votaría. Y creo que millones en el movimiento
de resistencia pensamos lo mismo.
Ya en el extremo de los supuestos absurdos, si en 2012
tuviera que elegir, en la casilla de votación, entre Ebrard, Peña Nieto y
Javier Lozano, pues a la mejor hasta le daría mi voto a Lozano. Así de
deprimido me sentiría. Digo, ya anduvieron Ebrard y Lozano apoyando a los
mismos candidatos donde ha habido alianza PAN-PRD.
Y si en la boleta las únicas opciones fueran Peña Nieto y Ebrard,
pues recurriría a un clásico de las elecciones mexicanas: votaría por
Cantinflas y añadiría ahí mismo, con pluma, a Joaquín Pardavé como secretario
de Gobernación.
Y que los políticos profesionales buenos solo para la grilla
se vayan mucho a la mierda. Es decir, conmigo no van a contar para seguir
destruyendo a México.