Gerardo Fernández Noroña,
Mario di Costanzo y Jaime Cárdenas llegaron a la Cámara de Diputados,
postulados por el Partido del Trabajo, gracias a la potencia política del
movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador. Específicamente se
beneficiaron de la intensa campaña que AMLO realizó en Iztapalapa para evitar
que el Tribunal Electoral perjudicara a Clara Brugada.
Ninguno de los tres legisladores
mencionados habría podido ganar, sin el apoyo de López Obrador, en las
elecciones federales de 2009. ¿Por qué, entonces, hoy se esfuerzan tanto en
perjudicar a Andrés Manuel?
Porque lo que ayer jueves
hicieron en la Cámara (sacar una manta acusando a Felipe Calderón de borracho)
le resta autoridad moral a un movimiento que tiene en sus principios, en la
ética de su dirigente, su principal fuerza.
AMLO ante todo es un
pacifista que no recurre ni siquiera a la violencia verbal. Jamás lo he visto
insultar a nadie, ni en público ni en privado, por más que sus enemigos
insistan en hacer aparecer algunas de sus expresiones coloquiales como ofensas
(el "Cállate, chachalaca", era una forma de hacer entender el debate con Vicente
Fox a toda la gente, pero fue transformado por la propaganda, indebidamente, en
lo que no era: una majadería).
Los que conocemos a Andrés
Manuel sabemos de su seriedad y de su incapacidad para insultar a nadie.
¿Por qué los diputados del
PT envilecen el debate con Calderón al calumniarlo con el asunto del
alcoholismo? Porque uno de ellos, que quiere ser jefe del gobierno del Distrito
Federal, se desesperó porque no fue incluido en una reciente encuesta de El Universal. Es todo. Lo que busca ese
personaje es "popularidad" y, para lograrlo, se ve dispuesto a lo que sea.
Incluso al ridículo.
Yo fui el que, en 2006,
hizo correr el rumor del alcoholismo de Calderón. Me arrepiento. Ya me he
disculpado. En mi defensa diré que lo hice porque Calderón, minutos antes, me
había calumniado en la radio. Enseguida dos columnas que escribí hace tiempo
sobre ese tema.
El 29 de octubre de 2010 publiqué "El día que le dije alcohólico a
Calderón". nhttp://sdpnoticias.com/sdp/columna/federico-arreola/2010/10/29/1147600
El 14 de julio de 2009 publiqué "Que yo inventé la mala imagen de
Calderón". http://sdpnoticias.com/sdp/columna/federico-arreola/2009/07/14/444866
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El día que le dije alcohólico a Calderón
Por Federico Arreola
Me equivoqué. Ni Felipe Calderón Hinojosa merece
ser insultado de esa manera.
Ocurrió durante las campañas electorales
presidenciales de 2006. Yo transitaba en mi coche por alguna de las calles de
la Ciudad de México. Escuchaba en la radio el noticiero de Joaquín
López-Dóriga, con el que todavía más o menos me llevaba bien.
Joaquín entrevistaba a Calderón, a la sazón
candidato presidencial del PAN. Sin más, Calderón dijo de mí que yo lavaba
dinero o algo así de grave. Sin pruebas, irresponsablemente. Me calumnió don
Felipe y me molesté.
Llamé a López-Dóriga, pedí derecho de réplica y
Joaquín me lo concedió. Dije que si Felipe Calderón decía eso de mí se debía a
que el panista no podía controlar su problema con el alcohol. Respondí con una
calumnia a una calumnia que Calderón me lanzó. Hice mal.
A Joaquín le pareció muy grave lo que yo decía
(supongo que había visto perfectamente normales las mentiras de Calderón en mi
contra, vaya ética de López-Dóriga). Mientras yo charlaba con el locutor, llamó
Josefina Vázquez Mota, indignada, por lo que yo había dicho. Discutimos un rato
ella y yo, le dije que la respetaba (la respetaba, sí, y hasta me caía muy bien
esta mujer), y a otra cosa.
A partir de eso, se hizo el chisme y ahora hasta
Noroña repite, tan irresponsablemente como yo, esa calumnia.
Me disculpo hoy con Calderón. Ojalá, algún día, don
Felipe saque valor de su pasado y se disculpe conmigo.
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Ahora la otra columna:
Que yo inventé la mala imagen de Calderón
Por Federico Arreola
A raíz de la reciente portada de El Chamuco, en la
que aparece Felipe Calderón con una botella de brandy presidente vacía, he
estado recibiendo llamadas y correos electrónicos amenazantes porque, se
supone, yo fui el que inventó la versión del alcoholismo de tal personaje.
Yo no inventé nada, desde luego. El rumor salió del
PAN. Lo único que hice fue darlo a conocer en la radio. Voy a contar la
historia.
En 2006, durante la campaña electoral, el entonces
candidato presidencial panista, Felipe Calderón, en una entrevista que le dio a
Joaquín López-Dóriga, en Radio Fórmula, sin venir al caso se puso a decir
mentiras acerca de mí.
Lo hizo porque yo colaboraba con el, a la sazón,
candidato a presidente de la República nominado por la coalición Por el Bien de
Todos, Andrés Manuel López Obrador. Seguramente Calderón pensó que si me
calumniaba y me ofendía iba a dañar el prestigio de AMLO.
Al margen de que tales rabietas de ninguna manera
lastimaban al Peje, lo cierto es que me enojé mucho en cuanto las escuché en la
radio mientras circulaba por el sur de la Ciudad de México en un coche
propiedad de Milenio (ese automóvil era una de mis prestaciones laborales por
mi trabajo de columnista).
Decidí, entonces, llamar a López-Dóriga. Me atendió
y le exigí derecho de réplica. Me lo dio.
Dije básicamente que Felipe Calderón mentía con
tanta facilidad porque, según se decía en el PAN, él batallaba mucho para
controlar sus problemas con la bebida. Al conductor del noticiero le pareció
muy grave que yo dijera lo anterior (por supuesto, a Joaquín le habían tenido
sin cuidado los insultos que Calderón me había lanzado) y me pidió autorización
para enlazar a la coordinadora de la campaña del PAN, Josefina Vázquez Mota,
quien pretendía refutar lo que yo había expresado. Discutimos unos minutos, y
se acabó el programa. Creo que no he vuelto a tocar el tema.
Ahora, más de tres años después, se me está
amenazando por eso. No se vale.