Pues
sí, Federico tiene razón, cada quien tiene su camino para llegar a un anhelo.
Y son
tan variados los senderos y modos de cooperar para que un deseo colectivo se
logre, como lo son las personas que se han comprometido y unido para lograrlo
bajo una misma bandera enarbolada.
En su
caso, en el mío, en el de cantidad de compatriotas que no han claudicado en la
lucha por alcanzar con acciones y
posiciones bien definidas, el poner su parte para provocar la
transformación de la vida pública en México, es una simple cuestión de
principios. De una satisfacción interior que mantiene la paz y el equilibrio,
estando resueltas las necesidades básicas ante la calidad de vida que uno tuvo
la suerte de labrarse con la gratificación
del propio esfuerzo. Sin la necesidad de argumentos exteriores para obtener ese
resguardado bienestar en concordancia consigo mismo, con la propia conciencia
interior que se transluce en la claridad del comportamiento hacia un fin común.
Se
asume entonces el poder de la libertad; se percibe la incomprensible fuerza
distintiva de la especie humana, el llamado libre albedrío. El timón de un
velero. Y cuando hay que darle la vuelta al timón de una vela, se le da con
dirección hacia los nuevos vientos que impulsarán la nave, que levantará los
nudos, la velocidad hacia la meta. Una meta que no es navegar al garete, si no arribar al buen
puerto, un arduo trabajo bajo las tempestades.
El
Movimiento de Resistencia Civil Pacífica al que masivamente nos sumamos los
ciudadanos inconformes cuando se nos fue negado un recuento del "voto por voto" en los comicios
del 2006, una agresión que, repito, no fue ni contra un partido ni un líder,
sino contra la mayoría electora, que entonces quedamos millones ya no con la duda,
sino se podría decir que desconsolados ante la certeza, al rechazar los
funcionarios la correcta aplicación de la justicia en el caso, perdiendo el
TRIFE ante nosotros su autoridad moral, ni hablar de lo que devino y resultó del
gobierno impuesto "por la puerta de atrás". Qué lástima que no hicieran bien el
trabajo encomendado por la población, porque hay que decirlo, hoy son cómplices
silenciosos de la situación desesperada, de la sangre derramada, de la
violencia imparable que se respira en el país.
Justo
por esta falta de integridad, de solidaridad, de este abandono civil, es que
hoy se muestra abiertamente al mundo el grave deterioro que existe en el Estado
Mexicano. A cargo de mentes enfermas de poder y grandes fortunas acumuladas a
su amparo, que claman eternidad para sus intereses al querer volver a
posicionar, por sus conocidos medios, al viejo partido dictador. Un inminente peligro para la democracia.
Subámonos, pues, hermanos, a este gran velero que
va viento en popa. Sumemos nuestros esfuerzos para agilizar su paso, para
sembrar la semilla del triunfo electoral del pueblo, en las reuniones y mesas
redondas de Encuentro A.C., donde cada ciudadano conciente, en edad de votar,
tiene un lugar reservado hacia la obtención de una vida digna, de un México que
avance, para poder crecer y vivir en paz en él.