Cuando
se sale de la selva a la luz de lo que han llamado civilización, se encuentra
uno con la pantalla televisiva. Ayer tocó observar y escuchar la entrevista que
le hizo Mario González en su programa de CNN en español "Perspectivas México", a Carlos Salinas de
Gortari, para promoción de su libro y charlar sobre su reaparición en la vida pública
nacional.
Al
preguntarle el periodista si ha vuelto a la escena pública, para volver a
formar parte de ella, el político otrora desterrado, respondió que lo que más
le interesaba era el "sano intercambio de ideas para discutir cuáles deben ser
las más convenientes para la nación".
Sin aburrir
con los pormenores de la visión cínicamente protagonista de Salinas, escribo
esto sólo para destacar el momento álgido de la entrevista, en el que la
plática se descompuso, cuando este aseguró a Mario, mirar al futuro de México
"protegiendo la soberanía nacional".
¡¿Pero
cómo no se iba a descomponer?! Si
durante su sexenio proliferó la entrega de los bienes de la nación a los intereses
particulares y también se le atribuye la responsabilidad de un tratado comercial
injusto para México y tan alejado del bienestar soberano y demás exabruptos
habidos contra la soberanía, cuyo ejemplo impune ha prevalecido y se ha
extendido hasta la actualidad.
La
frase, aparentemente cogió desprevenido al periodista quien espontáneo y
asombrado tras la confesión, le dijo sin remilgos: "Esta nueva propuesta suya
suena muy conocida... pareciera que
estuviese hablando... López Obrador, el líder de izquierda más popular del país."
"Con
todo respeto, Mario, qué gran favor le hace usted al mencionado, posicionándolo
de esa manera... Quién sabe qué pensarán de ello los demás... gente tan valiosa e
importante que hay en la izquierda"... replicó con siniestra expresión Salinas
entre burlona y amenazante, intentando no revelar ante las cámaras, sin
lograrlo, su patente molestia.
Pero la
reacción de Mario ante dicha contestación, fue asegurarle de nueva cuenta al ex
presidente, que lo que había dicho era comprobable, que las estadísticas
indicaban que López Obrador era el líder que había obtenido el mayor número de
votos en la historia de la izquierda mexicana y el que había adquirido el mayor
peso político, un hecho innegable.
De
nuevo a S de G se le atragantó la saliva, se le tensó la faz, prefirió cerrar
el tema y cambiarlo de rumbo con determinación. La plática se había dirigido
hacia un plano en el que se sintió incómodamente acorralado y no le concedería, faltaba más, a Mario
González, el refrendo de su sentencia a favor de AMLO. Notando su incomodidad y
siendo un cortés anfitrión de su invitado, accedió a salir del tema.
Un
acierto, observé, la libertad de expresión que mostró la espontaneidad valiente
de Mario González, que sin expresar ningún favoritismo, simplemente se vio en
la necesidad, ante las circunstancias de la conversación, de puntualizar una
irrefutable verdad.
Pero la
polémica que se da a raíz de la frase utilizada por Salinas, de que ahora lo
imperante era "proteger la soberanía nacional" fue lo que provocó la sospecha,
por razón de que a cualquiera que conoce su trayectoria personal como ex mandatario
y funcionario público, le suena sorprendente e inconcebible ahora, una
declaración semejante, contraria a la verdad reconocida como la suya.
Nos
queda claro, pues, que lo surgido de labios maquiavélicos habrá siempre de ser
escudriñado para lograr descifrar las ocultas realidades emanadas de la
entrenada simulación.