La creación nos libre de que nos veamos impedidos de detener un brote epidémico masivo cuyo antídoto es aún desconocido. La fiebre viral y sus secreciones que amenazan con propagarse, tan fácilmente como un estornudo en un autobús de pasajeros o un intercambio de billetes.

Porta el virus de influenza un formato de deformación nuevo. Proviene del cerdo, pero ha mutado para adaptarse al humano. La Organización Mundial de la Salud se mantiene vigilante. Alerta roja que vino del país vecino al detectarse desde allá los alcances del posible contagio que podría traspasar la línea divisoria. La pandemia, que de ocurrir en la sobre poblada capital del "gigante del norte", como prefiero ahora ver a México observado desde Centroamérica, pudiese ser incontrolable. Un pretexto más para aplicarnos el debido control.

Las órdenes dadas por Washington se vieron ejecutar en el Distrito Federal y se apuraron a tomar las medidas exigidas por el mando mayor. Aseguraron los medios desinformados que el medicamento que tiene aquí en existencia la Secretaría de Salud, más de un millón de tomas, cura el mal. Pero la realidad explicada con detenimiento al público estadounidense por sus expertos, aseguró que no contrarresta a este virus mutante después del período inicial de 72 horas. En México se han muerto por esta razón, la miseria no les da para asistir al centro de salud prontamente.

Supongo los pasos a seguir por el gobierno de Calderón, siempre en el bajo mando, se los dieron a cumplir en forma de recomendación. Como suelen hacerlo. Es claro que los subordinados se placen en obedecer, y a decir verdad, en este momento se agradece su docilidad. Si no fueran nuestros vecinos los poderosos proteccionistas del orbe y en el estado en que nos ha dejado el país la dictadura neoliberal, ¿quién nos asiste cuando acecha el desenlace fatídico? Mi casa es tu casa, acordó complacido el presidente ilegítimo. Éntrenle por favor. Fluyen los fondos de ayuda sin remilgos, cuando es cuestión de su preciada seguridad.

No sé qué haríamos en caso de una verdadera emergencia, sin su impetuosidad para arrebatarle el control de las manos al gobierno espurio y decidir actuar. Y bueno, ¿por qué no? Si sólo va este a meterse en cintura con ese acicate, también les aprenderán algo bueno a los vecinos. Lo cumplidores, quizá.

Bien nos han enseñado a valorar el armamento, su dádiva más atractiva. "¿Necesitan más? ¡Pero si ya les vamos a enviar decenas de "Black Hawks" que llegaron de Irak!", insiste Obama. Pensará que somos unos desagradecidos.

Matan o capturan cucarachas, separándolas de su inmundo entorno no importa que hayan dejado regados sus huevillos por doquier, prolíficas que son, y comienzan a desarrollarlo nuevamente donde quiera que vayan, contaminando. Continúan las demás escalando peldaños, repoblando el mundo de ultratumba y así sucesivamente. Un juego de niños. Se confunden los bandos entre el cucarachero. Aunque no haya luz al final del túnel, como en el nintendo sigue el juego.

Las actuales políticas contra el demonio del contrabando debían ser objetadas, rechazadas democráticamente. Incluye a un vasto grupo social que tiende a expandirse por la situación económica crítica, el desempleo. Deriva este crimen en un abanico de multifacéticos actos delincuenciales contra la sociedad civil desprotegida. Un pacto de sangre. Obtener dinero a como de lugar, transgrediendo la ley. Obtener el sustento bajo la enajenante presión del vaivén entre la vida y la muerte. El miedo ahí no existe, ni la clemencia.

Hay que meditar en esto cuando apoyamos la despenalización de la marihuana, por ejemplo, aunque ya se haya comprobado que su ilegalidad es exclusivamente un motivo moral, pensando que podría ser una mejor solución. ¿Se incrementarían otros crímenes peores como el secuestro, trata de personas o hasta la sublevación violenta de ese creciente submundo, al interferir el gobierno abiertamente en el negocio legalizado?

O podríamos avanzar positivamente como nación, al legalizar la producción regulada, revalorizando nuestra autonomía, produciendo quizá cáñamo, tan noble para crecer entre las abruptas cañadas. Un producto más sano para la tierra que el algodón, que tanto la degrada, aportando así a la protección del planeta y que posee casi las mismas propiedades que tiene este último.

México podría fundar una industria cien por ciento mexicana de telares, que bien remunerara a sus obreros en el manejo de esta fibra natural orgánica. El deterioro del campo y la desolada pobreza de los campesinos han sido un factor determinante para que cayesen seducidos por la siembra prohibida, por lo que es injusta su posición de delincuentes. ¡De qué van a vivir, si no hay más opción! La mayoría de los ejidos y comunidades de la sierra, además, no son tierras productivas. Pero el cáñamo, ese sí se da exuberante.

En fin, hay que reflexionar hasta toparse con el camino indicado, para luego como pueblo unido exigir que la legislación, la acción, sean implementadas. No debemos seguir cediendo.

Porque las soluciones propuestas y llevadas a la práctica están lejos de serlo. Han sido compartidas con Estados Unidos por la administración de Calderón y permanecen idénticas en su estrategia, a las que fraguó y dejó estipuladas la de Bush. Aunque pienso en la defensa de la frontera, por razón de seguridad interna de los Estados Unidos estará mejor armada que nunca.

Increpó un senador a la señora Clinton, en plan burlesco, durante una sesión del Congreso, cuando ella aseguró que su gobierno no se detendría hasta "eliminar por completo" a los involucrados en el narcotráfico: "¿Así que, ahora, nos convertiremos en mata narcos mexicanos?".

Y volvemos a la frecuente pregunta obligada que permanece flotando en el limbo: ¿Cuándo empezarán a mostrarnos el desmantelamiento de las redes de comercialización del producto ilegal en su país?

Nadie, ni el o la periodista más trucha, le ha podido sacar esta respuesta al gobierno de Washington. Es un agravio para los mexicanos que la sigan evadiendo, que la escondan, que se desvíen por la tangente cada vez que surge el tema. ¿Qué nos pasa? ¿Por qué lo permitimos?

Le pregunta Carmen Aristegui en una emotiva entrevista a la costarricense Chabela Vargas: "¿Cómo ves hoy a México, Chabela?". "El gigante del norte". "Sí, pero ¿cómo lo ves?". "Dormido", respondió con gravedad la sensible mujer: "...No sé si una siesta... o una larga noche..." adhirió pensativa. "¿Y cuándo despertará?". "Pronto", aseguró con parsimonia pero tajante, como si fuese una visionaria adivina. "¿Y cómo será su despertar, será pacífico...?". "No",cortó a Carmen, "será con una gran fuerza".

Estamos a punto, señores. A punto.