Parece que no fue por casualidad que el segundo hombre más rico del mundo, Carlos Slim, haya puesto la mira de su afán empresarial en la turbulenta ciudad fronteriza de Juárez. Persiguiendo, como siempre y contando con el derecho de hacerlo, su constante olfato infalible de lobo para los negocios. Pero el pueblo de México conoce bien que tales "percepciones" adelantadas, siempre han ido mancomunadas con las planeaciones a futuro inmediato del gobierno en turno. Suele "ajustarse" el empresario, porque así conviene a sus intereses, a la línea que quede aposentada en el poder. Cuando menos así lo ha demostrado desde que Carlos Salinas de Gortari le colocó en bandeja de plata para su degustación y consumo, a la paraestatal entonces quebrada, Teléfonos de México.
Sin desgastarse uno en las formas y consecuencias de esta concesión compartida con el mandatario neoliberal "aún en funciones", ya muy conocidas, no habiendo necesidad ni espacio para repetirlas, quisiera hacer notar que desde que se anunció que el de origen libanés explotaría las aguas del subsuelo del estado de Chihuahua para "proveer" del líquido vital a Ciudad Juárez, que realizaría una costosa inversión para construir un mega centro comercial justo ahí en la frontera, se han desencadenado en los medios televisivos una serie de anuncios promotores, una publicidad de corte consumista que exalta una vida próspera, que aclama las futuras bondades que proveerá el invertir "hoy" en dicha entidad, para el inmediato desarrollo, para la sana evolución socioeconómica de Juárez. La pregunta obligada es, ¿quién planeó la estrategia de "rescate" del punto más álgido de la inseguridad y la violencia en México? ¿Grupo Carso o el gobierno espurio? O como suelen hacerlo, lo probable es quelaestrategia haya sido concebida por ambos en conjunto y vaya usted a saber qué otros "jugosos" negocios más se repartiría la oligarquía en la lastimada ciudad del norte, que quizá responda o no, a la atención enfocada hacia el consumo y mejore sus estadísticas actuales de riesgo. Es aventurero el empresario, pero una vez que da el paso no lo hace sin huarache.
Slim Helú siempre se ha expresado en contra de ingresar al ámbito de la política, manteniendo el status de oligarca "más poderoso de la nación". Durante las campañas del 2006, los cabecillas de la ultraderecha católica del estado de Jalisco, con sede en Guadalajara, apoyaban la moción de lanzarlo como candidato presidencial del PAN. Hasta convocatorias públicas se llevaron a cabo con magnos eventos de lujo donde se juntaba la crema y nata de la sociedad jalisquilla a requerir de su apoyo en el rubro de la postulación para la presidencia, ante la poca cosa que se le consideraba a Calderón y amedrentados por la enorme popularidad de AMLO, quien les revocaría sus grandes privilegios. Pero, educadamente, luego de sendos discursos en materia económica, se volvió a negar y declino la petición. ¿Para qué ingresar en ese fango traicionero si él lo menea, lo cuece a su gusto y a su ritmo con su propio cucharón?
La última novedad de Telcel continuando con sus negocios que desangran y afectan a la clase trabajadora más necesitada, que no puede registrarse en uno de sus programas de "renta mensual". Otro golpe a los bolsillos ya muy rotos de los pobres, que son los que pagan por este medio de telefonía celular los costos más altos por minuto en el mundo, aun con los minutos extra "regalados". Las tarjetas de amigo Telcel, que por lo general adquieren los usuarios de más bajos ingresos o los jóvenes, ya no dan el crédito extra que proporcionaban, a menos que la línea telefónica haya sido "adquirida recientemente". Parece que la venta sufrió una considerable baja o serán los 2 billones de dólares que perdió el grupo en la debacle financiera y que urge recuperar, que desean "incentivar" al consumidor a adquirir una nueva, para poder seguir "gozando" de la "máxima" promoción que se les otorgaba en la tarjeta de 500 pesos, la que les aseguraba 950 pesos de crédito. Si la línea telefónica no esdereciente adquisición sólo se les acreditará ahora 750 pesos por los mismos 500. A los consumidores más pobres de este servicio, por cierto, sólo les alcanza para adquirir la de 100 pesos, que es la que nunca ha dado a quien más los necesita, los "grandes montos" de minutos "extras".
El pueblo de México debería poder rechazar los abusivos costos de esta empresa y mandarlos al carajo. Pero el monopolio nos obliga a permanecer a sus expensas. Sus excesivos cobros, cuyo acierto es la mayor cobertura, son los más altos del planeta, a los que se le suma la rapiña de los gachupines de Movistar pegaditos a la estela del negocio, en un país donde la mayoría sobrevive con dificultades de un día para otro. Grandes ínfulas de altruista, afamado de espléndido filántropo, pero por otro lado nos da con tubo el oligarca, representando la doble moral. Gracias a la Madre Naturaleza, Slim nunca ha aceptado postularse para la presidencia, porque este sí, auspiciado seguramente por su "producción de empleos", nos haría polvo.