Como respuesta al llamado que hicieron los editores del Diario de Ciudad Juárezeste inicio de
semana, el oportuno y siempre eficiente para echar a perder las cosas, Felipe
Calderón, declaró que tiene una estrategia para proteger al gremio de los
periodistas quienes han sido víctimas colaterales de su necia lucha contra el
crimen organizado.
Una vez más se equivoca Calderón. Esto no quiere decir que
los periodistas no requieran protección; las cifras documentadas demuestran que
ejercer la profesión del periodismo representa un gran riesgo en este país. Sin
embargo, los amigos y colegas periodistas no me dejarán mentir; más que desear
protección, en todo caso, lo que se necesita son condiciones que hagan segura
la práctica periodística, que no se persiga ni censure a nadie y que las
autoridades correspondientes enfrenten con justicia (y no con discursos
mentirosos) los crímenes a los comunicadores.
El plan propuesto por Felipe Calderón resulta verdaderamente
insultante, pues no se trata de montar un guardaespaldas a cada periodista. Eso
no soluciona nada. Y tampoco se trata de proteger a grupos específicos o
vulnerables, el resguardo lo merecemos todos los ciudadanos del país. Pero, si
se fortaleciera el sistema judicial y la impartición de justicia en su
totalidad, difícilmente los criminales quedarían impunes de sus actos, y por
tanto, los periodistas que arriesgan su vida al dar cuenta las actividades del
crimen organizado, se sentirían prohijados por un aparto de justicia que estará
de su lado.
Las condiciones de riesgo que enfrentan los periodistas
están latentes en todo momento. Eso lo sabe todo buen reportero. Incluso, por
ello, existen escuelas que procuran la formación integral de los jóvenes que
más tarde ejercerán el periodismo. Sin embargo, lo que no se espera, es que el
gobierno y sus autoridades se diluyan ante la presencia de las bandas
delincuenciales y que vuelquen la culpa a los medios de comunicación y a sus
informadores del clima de violencia que azota al país.
No nos hagamos, el periodista no necesita protección; sólo
requiere seguridad para ejercer con profesionalismo y responsabilidad su
trabajo. Basta de inventar historias oscuras a los periodistas asesinados, el
periodista es sólo un mensajero, no es un actor de la guerra, insisto es sólo
eso: el mensajero. En otras palabras, los informadores objetivos, son nuestros
sentidos que presencian en primera fila los hechos noticiosos. Se requiere de
seguridad y certeza y no de un discurso vacío, tonto e insultante de
protección.
Intersticios
Felipe Calderón manifestó, con una expresión burlona, que
los vándalos que destruyeron la histórica puerta de la secretaria de educación
pública ya están enfrentando la justicia. Muy bien, ¿pero cuándo estarán
igualmente enfrentado la justicia los culpables de la muerte de 49 niños
inocentes de la Guardería ABC?, y ¿cuándo sabremos los nombres y su sentencia
penal de quienes mataron a los jóvenes estudiantes del Tec de Monterrey y a los
niños Almazán?
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