En Guerrero, en el enfrentamiento entre dos priistas, Ángel
Aguirre y Manuel Añorve, el segundo postulado por el PRI y el primero por el
PRD, el PT, Convergencia y, al final, hasta por el PAN, los grandes derrotados
fueron el senador Manlio Fabio Beltrones, que apoyó con todo al gordito Añorve,
y el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto,que vio volar frente a
sus narices a otra importante reserva de votos.
¿Hubo un gran triunfador? Sin duda lo hubo, y no fue Marcelo
Ebrard Casaubón, que cada día se aleja más de la izquierda; ni ninguno de los
chuchos, que cada día se acercan más al panismo y a Felipe Calderón.
El gran ganador en Guerrero fue, ni hablar, Andrés Manuel
López Obrador, que por su terquedad de defender siempre sus principios no se
montó, y vaya que tuvo oportunidades de sobra para hacerlo, en el carro del
pragmatismo. Aunque Aguirre no fue formalmente candidato de la alianza
izquierda-PAN, sino solo del PRD, PT y Convergencia, AMLO no lo vio
suficientemente comprometido con el cambio democrático, y simple y
sencillamente no lo apoyó.
Ese es el AMLO que nos gusta, el idealista, el que ncambia sus principios por posiciones
electorales sustentadas más en pactos de conveniencia que en la búsqueda del
bien común.
Por eso, todos con AMLO, y ya está.