Florence Cassez, la ciudadana francesa que ha sido condenada a sesenta años de prisión por el delito de secuestro, pugna por su liberación. Esta mujer, pareja sentimental del secuestrador Israel Vallarta, fue detenida, junto a otros secuestradores en un rancho de Tlalpan donde tenían a tres personas secuestradas. Este hecho además fue referente ya que Televisa pareciera que dirigió la detención ya que pidió una pantomima e la detención en exclusiva para sus cámaras.

A margen de ello, la familia de Cassez en Francia se ha reunido con el presidente Nicolas Sarkozy a quien le piden su intercesión para la liberación de su hija, omitiendo por completo que la señora es una criminal que está cumpliendo una condena. La misma Florence se ha puesto así misma como víctima de las circunstancias. Dice que no sabía que su novio se dedicaba al secuestro, ni sospechaba nada de sus cómplices muy a pesar que los secuestrados la identifican plenamente. Una familia víctima de Cassez y Vallarta es la de Cristina Ríos Valladares quien fue secuestrada junto con su esposo y su hijo de 11 años durante 52 días. Familia que optó por el exilio al no sentirse seguros más en este país del estado fallido.

La señora Cassez, acostumbrada a la libertad, ahora declara que tal vez no resista su condición de prisionera. Ese es su problema y tiene que vivir, si quiere, con ello. Ninguna consideración debe haber por su condición de mujer, ni extranjera ni ninguna otra más que la carencia de humanidad que tuvo al pertenecer a una banda sanguinaria la cual ha dejado una huella profunda en muchas familias afectadas por la plaga del secuestro y asesinato por dinero.

Sin embargo es de envidiar la operación política de su consulado, ya que el caso ha llegado al mismo presidente Sarkozy quien no se compromete del todo, a sabiendas que pedir la liberación de Cassez le restará aún más credibilidad, no hablemos de México, sino en el mundo entero. Ya que su petulante estilo de entrometerse en negociaciones de secuestrados (como el caso de las FARC y Ingrid Betancourt) iría en contra de esta vez pedir la liberación, no de un secuestrado, sino de una secuestradora. Tal contrariedad hasta su extremismo de derecha le sugiere no comprometerse más allá de posturas complacientes.

Florence Cassez no debe ser liberada. Su ejemplar condena debe mantenerse a pesar de quien sea. Este gobierno de facto, que presume de una guerra contra el crimen organizado, mucha mal hace siquiera en escuchar las sugerencias sobre la liberación de Cassez. Si Sarkozy quiere pasar una semana tranquila en México, desde su llegada el próximo domingo, deberá mantener su opinión para sí y evitar tratar el tema con cualquier autoridad, legal o ilegal, de este país. Florence Cassez no es víctima, es victimaria.

¿Quién se cree para tener un tratamiento diferente?