Uno de los productos mejores vendidos por Televisa no es siquiera sus telenovelas, ni sus jabones reductores, vaya, ni sus grupos musicales que cautivan a la juventud desinteresada de hoy. Ese producto de la mercadotecnia se llama Enrique Peña Nieto. Desde que Enrique Peña nieto surge como el candidato del Grupo Atlacomulco ( célebre cofradía política de rancia tradición priista) para la gobernatura del Estado de México, ( la entidad más habitada del país y uno de los estados con más pobreza), y en concreto, como el candidato de Arturo Montiel ( quien declinó en sus aspiraciones presidenciales al habérsele encontrado un sin fin de residencias en México y el extranjero) hasta ahora que es gobernador no ha dejado ser un personaje gris, sin personalidad propia que se ha mantenido al margen de la problemática nacional en aparente apatía o simple incompetencia.
Enrique Peña Nieto fuera de el Estado de México no es nadie. Para entender la verdadera dimensión de Enrique Peña nieto hay que considerar que la percepción centralista que impera en la opinión pública, y algunos medios de comunicación, es la que realmente infla la carente importancia del político mexiquense, y esto es una consecuencia natural pues al final Peña Nieto es un producto que la gente consume a través de la televisión y esa supuesta carrera que lo enfila hacia la presidencia es una pantomima similar a la de las telenovelas que esa misma televisora vende a los despistados. Es casi un hecho que si alguien conoce o ha oído de Enrique Peña Nieto es por que lo ha visto en Televisa. Es necesario también aclarar que si bien Peña Nieto fuera del Estado de México no es nadie, dentro de él es todo.
Pero hay quienes les conviene que se crea que el señor Peña Nieto es candidateable y que puede aspirar a la máxima magistratura, son ellos los que dejan que el ego y las ínfulas presidenciales del señor Nieto se eleven más de lo que podría él solo lograrlo por que, dado el momento, el golpe de la caída será mucho mayor.
El señor Nieto se ha caracterizado por ser una persona intolerante y represiva, basta recordar la forma en dio solución al problema del levantamiento social en San Salvador Atenco, donde los muertos, heridos, violados, vejados y hasta deportados fueron el saldo de un político que no duda en ejercer las órdenes que se le dan pues, Peña Nieto no es capaz siquiera de entender que una orden represiva como al menos es cubierta por placebos populistas, esa fuerza represora que cayó sobre Atenco tiene tintes salinistas y parece, sólo parece, que la orden viene precisamente del padrino de este niño político ( ¿alguien más recuerda cómo Salinas resolvía las revueltas sociales?), sin que esto le reste responsabilidad, claro está. Otro caso igualmente tenebroso es el del atentado que sufrió el líder estatal del PRI en el Estado de México, Isidro Pastor, quien señalaba en su momento que todos los programas sociales del régimen montielista estaban destinados a beneficiar al entonces candidato Peña Nieto. La respuesta fue un secuestro exprés y una simulación de ejecución; quién no corrió con tanta suerte fue uno de sus secretarios quien apareció muerto por los rumbos de Toluca, ejecutado. Desde entonces Pastor guardó silencio. Poco después Peña Nieto se hace gobernador.
Fuera de eso ¿alguien más recuerda algún otro hecho digno de un estadista que provenga del señor Peña Nieto?
Claro, está el escabroso tema de la muerte de su primera esposa, cosa que los enemigos políticos del mexiquense no dejarán pasar y es que, según fuentes confiables, estos detractores de Peña Nieto reabrirán, mediante acuerdos políticos, el caso de la muerte de Mónica Pretelini Sáenz. ¿Con qué fin? Ya lo veremos si es que sucede.
Beatriz Paredes y Manlio Fabio Beltrones tienen ahora mucho más poder que el mismo Calderón, esa mancuerna dinosáurica será la que decida quién será el destapado que abanderará al PRI rumbo a 2012; estas eminentes figuras gozan del privilegio de estar fuera de la influencia salinista por tanto el panorama de Peña Nieto no es más que un barranco insondable.
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