Nada más oportuno que desvanecer la furia con la preocupación y el alarmismo.

Un presunto secuestrador que sube en uno de los aeropuertos más vigilados del país debido a la presencia de narcotraficantes y cientos de indocumentados que migran por la frontera sur; un vuelo donde casi al aterrizar les avisa a los pasajeros y tripulación que han sido secuestrados, una nave llena de pasajeros que mantiene una calma inusual y que no logra identificar al secuestrador ni a algún artefacto visible que pueda significar una amenaza.

Un operativo que dura exactamente lo que dura la hora de la comida, ni un solo disparo, todos los pasajeros a salvo, la nave secuestrada en un hangar como si nada pasara ( para no interrumpir a otros vuelos), mucha movilización policiaca, mucho drama barato, y al final el presunto secuestrador se entrega.

Calderón, parafraseando a la sufrida Blanche Dubois, nunca antes agradeció la amabilidad de un extraño como ahora. Lo políticamente correcto indica que este hecho debería tomarse con preocupación, y es cierto, pero preocupación por ser testigo de lo que son capaces de hacer para levantar una enorme cortina de humo para tratar de ocultar el saqueo del que estamos siendo víctimas a causa del aumento criminal a los impuestos. El falso secuestro ( pues según ellos nunca hubo artefacto explosivo) les resultó mal. Nadie creía que fuese algo espontáneo, que fuese el actuar de algún grupo radical en nacional o extranjero, nadie les creyó, al contrario; esto se convirtió en un gran chisme que se sabía terminaría de una forma tersa. Esto ya lo habíamos visto antes, hace casi un año en Morelia, durante los festejos del 15 de Septiembre.

Afortunadamente los mexicanos tenemos un cinismo tan arraigado que no es mal visto aún que se dude de este tipo de hechos. Los autoatentados y la victimización de los políticos es moneda corriente de la que hacen uso cada que sus capitales de credibilidad rayan en la miseria. ¿Acaso no recordamos cuando supuestamente Calderón fue amenazado por el narco? ¡Que va a ser! Sin Calderón el narco se desploma como industria pues depende del aparato del estado para sobrevivir, con tantos funcionarios comprados, con tantos generales bajo el mando de capos, ¡por favor! ¿En verdad ellos creen que nosotros estamos ya para comprarles sus historias de ficción?

Y tan montaje es que la Organización de Aviación Civil Internacional no ha emitido ninguna recomendación a propósito del falso secuestro, ni Estados Unidos en su estado permanente de paranoia ha declarado que los aviones en México son inseguros.

El miedo es la política de Calderón, es su sello personal, ha estas alturas el que no lo sepa o lo niegue es por que vive pegado a la tele. No señores, esta farsa, con el consecuente "triunfo" de la selección de televisa de futbol, es una farsa para que ustedes no se pronuncien y asuman el aumento de los impuestos como algo inevitable. La administración del Calderón, sus acciones, sus engaños, son dignos de un enemigo extranjero.

Al menos, sin conceder, esta vez no mataron a nadie inocente para justificar la militarización de los vuelos civiles.

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