Tal vez más tarde este domingo, con seguridad

mañana temprano, sabremos todos los nombres de los candidatos que resulten

vencedores en las elecciones de hoy 4 de julio en Veracruz, Oaxaca, Puebla,

Sinaloa, Tlaxcala, Chihuahua... Gabino Cué, Rafael Moreno Valle, Eviel Pérez,

Dante Delgado, Javier Duarte, Miguel Ángel Yunes... Ellos, es decir, los que

obtengan más votos, gobernarán en sus estados. Algunos lo harán mal, otros por

desgracia lo harán peor. Nuestra experiencia de mexicanos apaleados por tantas

malas administraciones lo que nos dice es que, destino nacional, ninguno será

lo que se dice un excelente gobernante. Porque en México ninguno antes lo ha

sido, en ninguna parte, a ningún nivel.

Pero lo relevante del actual proceso electoral

no es lo anterior, que siempre se ha presentado, sino la gran actividad

política que se ha visto en Twitter durante todo el día. Noticias buenas y

malas, opiniones fuertes y timoratas, datos duros y meras especulaciones,

encuestas reales e inventadas, todo ha sido comentado en Twitter por los

ciudadanos. Y hasta, por ahí, sin que se voltee mucho a verlos, los propios

políticos han opinado en mi red social preferida.

La estrella de estas elecciones ha sido

Twitter. Bien por Twitter. Bien por esta y por todas las otras redes sociales

existentes y las que vendrán en el futuro. Hemos visto que la gente ha

informado a la gente. Sin necesidad de que hayan intervenido los intermediarios

de siempre. Televisa no nos ha informado nada nuevo ni Radio Fórmula ni TV

Azteca ni Imagen ni Milenio TV. Algo, sí, nos han dicho los diarios

tradicionales de toda la vida: Reforma, El Universal, Milenio, Excélsior. Pero la

verdadera información la ha generado y procesado la gente que la ha hecho

correr en Twitter, la red social que ha sido tomada como la fuente de la que

abrevan los sitios de internet alternativos, como este SDPNoticias.com, que se

han visto mucho más interesantes que los otros.

Gracias, Twitter, por haber roto el monopolio

de la opinión y la información. Esto sí nos acerca a la verdadera democracia.