Al buscar en Google las palabras "Lula Mandela"

aparecen en primer lugar dos referencias a una entrevista que concedió, en

2005, Martí Batres, actual secretario de Desarrollo Social del gobierno del

Distrito Federal: "López Obrador, como Lula, Mandela y Walesa, también será

presidente". Para el señor Batres, nadie debe preocuparse "porque el tiempo nos dará la razón". Estoy convencida

de ello.

¿Es Andrés Manuel

López Obrador el Lula mexicano? Muchos pensamos que sí.

Luis Inácio Lula da

Silva, como AMLO, no llegó al poder al primer intento; de hecho, llegó hasta el

cuarto.

¿Qué partido postuló a Lula? El PT... Sí, en la

actualidad el PT de México es el que apoya a AMLO en su lucha por llegar a la

presidencia en 2012.

¿Tienen relaciones el

PT mexicano y el brasileño? Muchísimas. Todas transparentes, legales,

invariablemente basadas en sueños y en principios.

¿Antes de convertirse

en gobernante se acusó a Lula de ser un peligro para Brasil? Sin duda. La

propaganda política de la derecha, siempre vulgar, es la misma en todas partes

y se fundamenta en la descalificación por la descalificación misma.

¿Con qué mensaje llegó

Lula al poder? Con el muy simple de "amor y paz". Sí, exactamente el de López

Obrador en la actualidad.

Ayer mencioné un blog

de El País, de España, en el que se

dice que "en una época en que el poder corrompe, mancha, modifica a los que lo

ocupan y decepciona a los votantes, Lula resulta extraordinario. ComoNelson Mandela".

Es lo que le hace

falta a México: un Lula, esto es, alguien capaz de encabezar las

transformaciones profundas que nuestra sociedad tanto necesita.

Ese cambio no llegó

con Vicente Fox, el carismático ranchero que derrotó al PRI pero que no pudo

convertirse en el líder histórico que el país exigía. Fox se corrompió y México

quedó todavía en peores condiciones que en la época priista.

Con Felipe Calderón,

quien llegó a la presidencia luego de un gran fraude electoral, los males del

país se han agravado, sobre todo porque Calderón, buscando legitimarse (las

urnas de votación no le otorgaron legitimidad), metió a México en una guerra

que la sociedad productiva y pacífica va perdiendo.

El fraude electoral impidió

el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el único líder con una base social

real capaz de cambiar todo lo que en México está mal, que es mucho.

Desde mi posición "derechista"

(soy partidaria de la libre empresa y lo seré siempre), creo en los valores

éticos de López Obrador y su movimiento de resistencia. Usando ciertas palabras

del citado blog de El País, "en tiempos de indecencia y mediocridad"

necesitamos dirigentes trascendentes, y Andrés Manuel es uno de ellos. En

México, de hecho es el único.

No tienen esa altura

el pragmático Marcelo Ebrard Casaubón, el ambicioso Manlio Fabio Beltrones

Rivera, el gris Santiago Creel Miranda ni el frívolo Enrique Peña Nieto.

Yo he tomado ya mi

decisión. Y repito: no me mueve la ideología. De hecho, para nada estoy de

acuerdo con muchos de los simpatizantes radicales de AMLO que, con sus falsas

poses "revolucionarias", tanto daño hacen al movimiento.

Si me preguntaran, a

los grandes y medianos empresarios mal informados por la propaganda contra

López Obrador, les diría que ni se preocupen: Andrés Manuel fomentará la creación

de más empresas y de más riqueza, eso sí, en un sano ambiente de competencia económica

y cuidando siempre de que los beneficios del desarrollo lleguen a todos, porque

actualmente se los apropian solo unos cuantos en un contexto de economía

oligopólica que ni es eficiente ni puede garantizar ya condiciones mínimas de

convivencia pacífica en México.