De mañana, temprano, el fresco del amanecer entra por la puerta que da a mi balcón, el ruido de los coches perturba las dulces notas que suenan a mí alrededor.
Una deliciosa vos acompañada de un tranquilo piano, miro al frente. Alcanzo a ver el azul del cielo, mi mente trae a mi memoria muchos recuerdos, miedos, dolores, ideas. Pero estas se esfuman, es tanto mi deseo de sentir del día de hoy que nada me perturba, mi cabello recogido en un chongo sencillo, hace que el vientecillo erice mis poros. Las hermosas notas de Bobby McFerrin en una perfecta afinación y su voz tranquila llena de todo con tanta sencillez, genera una exaltación masiva de mi sangre, mi cuerpo entona el palpitar. Baila mi mente con las notas complejas y sencillas.
Hoy no tengo memoria, no tengo idea, mañana hablaré de la renuncia de Lorena, de las cabezas sin cuerpo, los temas que todos sabemos. ¡Hoy solo quiero sentir! Puedo hacer referencia al sexo, un abrazo, una caricia. Pero ni en eso puedo pensar; el sentido aborigen, jazzista, rítmico de Bobby gana sobre cualquier pensamiento. El goce de la música, el placer de vivir y existir, el dolor de muchas pérdidas, el sentido de vivir solo un día a la vez. El lunes mí garganta se estremecía por las ganas de llorar, hoy quiero cantar una hermosa melodía el Ave María totalmente a capela. Esa fue la primer melodía que cante más allá de los timbiriches y las tres notas favoritas de Televisa.
Recuerdo ese día en el museo del Chopo, mi adolescencia a todo lo que daba, Bobby cantado el ave María en el sonido, una coreografía de danza contemporánea se realizaba a mi alrededor, yo formaba parte de ello, Lino Perea vigilaba atento, el sonido, la coreografía; minutos antes el nerviosismo, el maquillaje, la personificación. De pronto mi voz vibró por todos lados siguiendo el sonido del Ave María, los presentes se preguntaban el origen de la voz; mientras yo con la cabeza abajo jugaba a no dejarles saber, bailaba, entraba y salía de la coreografía, en el momento más intenso levante el rostro, dejé saber que era yo la que entonaba esas notas.
Desde ese día comenzó mi curiosidad por encontrar nuevas melodías, nuevos tonos, nuevos acordes, nuevos músicos. Después llegó el flamenco, con él el jazz sin dejar pasar al heavy del clásico Mahler acordes discordes conformando una armonía, contraltos, sopranos.
Quedé marcada ese día. Hoy las hermosas melodías quedan registradas en mi cuerpo, en mis sentidos, me enervan, me excitan, revientan mis oídos, me llenan de placer, siento, vivo. La sensualidad resurge entre mi cuerpo, dirigiéndome a un centro de placer platónico, fenoménico.
Ahora suena "España" con el ilustre Chick Corea y mi querido Bobby un duelo de virtuosismo que me permiten llegar al éxtasis de mi mañana. Con la tan admirada frase melódica de esta canción en donde todos los músicos que la interpreten (¡y vaya que la interpretan mucho!), tienen que hacerlo con perfecto ritmo, dar las síncopas correctas y los contratiempos a tiempo. Como desearía poder tener aquel equipo que se fue al empeño, lo conectaba a mi compu y despertaba con esos deliciosos acordes a un buen sonido. Ahora me conformo con rumiarlos con las bocinitas de mi compu.
Hoy es un hermoso día, el arte se hizo para eso, para llenarnos de emociones, de sentimientos, para hacernos olvidar un segundo o para hacernos recordad con profundidad. Disfruten de los bellos acordes, de las canciones de dolor comerciales y nunca se olviden de vivir. Mañana hablaremos del famoso dolor, del miedo. Pero hoy dejémonos extasiar por la música.