(Todo es dinero)
Un día ajetreado,
la transmisión del partido de Italia, ¡qué mal jugaron! Pero qué lindas
piernas, rostros, hombros y... Todo apuntaba a ser un día fuera de lo normal:
conocer a un agradable escritor joven, muy joven de hecho, chamaco en realidad,
apenas una año menor que yo. Una novela prometida meses atrás que no había sido
entregada, básicamente por falta de tiempo, así que un instante entre mi
trabajo y una reunión vespertina, propiciaba el grato y súbito encuentro.
Una charla
rápida, literalmente entre líneas, las historias entre escritores suelen ser
largas y llenas de detalles; pero en este caso, apenas para poder asirnos de
algunas ideas. Agua de tamarindo, mi librería-cafetería-restaurant favorito,
guardaba la memoria de mis andares por sus anaqueles, yo sabía que cada libro
me observaba, pero el fin de quincena no me permitió darme el lujo de un libro.
Un beso y nos vemos pronto... silencio ¡No me autografió el libro! Entre un
ligero disgusto, consumí el resto del tiempo para mi próxima reunión, con una
novela repleta de matices, pasión, una pasión que solo la sangre creadora puede
entender, al permitirse días enteros sin descanso inmerso en una obra, como el
personaje principal de la novela.
Renovadas mis
ansias creativas gracias a esta corta novela, camine hacia mi reunión.
Agradable charla, café y pastel necesarios para que me concentre y entre en
materia. Después de los ajustes para realizar mejor el trabajo pendiente,
alguna que otra broma y la clásica lluvia de ideas entre personas creativas.
Inicié mi camino de regreso, el libro se adelgazaba a cada letra, cada imagen
en mi mente, una televisión dramática se desarrollaba en mi imaginativa cabeza.
Abordé el
transporte público, después, claro, de trasladarme en el maravilloso Tren
Suburbano que es carísimo, uno se transporta igual o peor de apretado que en el
metro y solo los "suertudos" que alcanzan asiento, pueden viajar cómodos; eso
sí, llego muy rápido a mi casa.
Sentada en el
asiento delantero de la combi que finalmente me deja en la puerta de mi hogar,
el conductor, el muchacho que grita ávidamente que hay más lugares libres en
los espacios inexistentes de los reducidos asientos y yo, vimos a un grupo
enorme, como de cuarenta salvadoreños agrupados debajo de un puente, en espera
del tren que les llevará directamente al "american dream" o tal vez a las manos
del narco, donde serán reclutados presuntamente como "esclavos carne de cañón".
Eso me comentó Saúl el jovencito "súbale hay lugares".
Saúl es un joven
como de 21 años que orgullosamente llegó a cuarto semestre de "prepa" y que no
recordaba el nombre del presidente que vendió medio territorio de México,
-Santa Ana, le dije- a lo que él me repitió: ándele ese.La vasta experiencia con su hermano en la cárcel, hizo
que me afirmara sobre la vida cómoda que llevan los narcos en los reclusorios,
una vida mejor que un hotel, el chofer le secundaba argumentándome que cuando
vivió cerca de un reclusorio, él mismo vio pasar las limusinas que recogían a
los presos en viernes y los dejaban los domingos, después de haberse ido a la
playa, pues esto es lo que afirman ellos que hacen los narcos, cuando no están
en la cárcel y salen a divertirse.
Saúl repetía
incesantemente: todo es cuestión de dinero, dándome argumentos sustentados para él de cómo todo se mueve "porla lana". Durante el trayecto a mi casa, me dejaron claro que todos losgobiernos son corruptos, que son muy buenos para hacer sus proyectos, pero a lahora que están en el poder se les olvidan y hacen lo que quieran.Mientras elchofer interrumpiendo a Saúl constantemente, me explicaba cómo el presidentetenía que hablar con el narco, negociar, ver cuánto le toca a cada quien yparar esto. Ambos lucían preocupados. Yo miraba a ambos, pero confieso que elchiquillo llamó más mi atención, su sudadera lucía desgatada de tantas lavadas,descocida en los adornos que no alcancé a mirar bien por la poca luz, suspantalones me recordaron a los que venden de "paca", es decir, los que traen enpacas desde Estados Unidos y que venden a un bajo costo, ese tipo de ropa quehoy viste a la mayoría de los mexicanos, porque es más barata y "aguanta", sustenis también me parecían obtenidos de los mismos lugares. Su delgadez eranotable y su aspecto sucio, contrastaba con su esfuerzo de emplear las mejorespalabras, pese a que yo evitaba a toda costa usar palabras sofisticadas.No es la primeravez que platico en la combi hacia mi casa o trabajo, realmente puedo aprendermucho solo escuchando. Pero no pude evitar interrumpirlos y hacerles unapregunta: ¿Cómo creen que esto pueda arreglarse? No lo sé, ambos me contestaron.Sin embargo, yome bajé de esa combi llena de júbilo, con la convicción de hacer a un lado lacolumna rimbombante y exuberante que tenía planeada para hoy. ¿Saben por qué? Porlas palabras de este hermoso, pero jodido por la sociedad, luchador individualy joven Saúl. Les platico lo que me dijo: Necesitamos información, los medios no nos dicen lo que es, tratan de ocultarnos las cosas,dicen que hubo muertos, detenidos, pero no nos dicen bien que fue lo que pasó,solo nos informan lo que quieren. Y ya uno no les cree, ¿a poco crees que loque incautan a los narcos les duele? No les quitan nada, solo es un teatro quenos montan pensando que uno les va a creer que están haciendo su trabajo. Perono es así, los políticos y las autoridades se llevan su lana y no hacen nadapor los que trabajamos honradamente, porque no queremos ser rateros como ellos.La información es lana y los medios aprovechan muy bien eso. Lo que necesitamosnosotros es saber, saber qué es lo que en realidad esta pasando, pero ellos nosocultan todo.¿Pueden ver loque yo vi en este diálogo? Los jóvenes que no pueden seguir estudiando, porqueno tienen dinero para hacerlo, quieren saber, se quieren informar. Las personascomunes que trabajan 12 horas al día, con tal de llevar pan a la mesa de suhogar, también quieren saber.Esta etapa de carencias está despertando la sed. Unased que antes no había, porque en el mismo escenario hace algunos meses, laconversación hubiera girado en torno de mujeres, alcohol y pachanga; o tal vezen criticar a algún otro chofer de la línea de transporte a la que pertenecen.Pero no fue así, notaron que el número de migrantes está creciendo, notaron queel gobierno se está haciendo tonto solo, porque ya nadie le cree, ni algobierno, ni a los medios de comunicación masiva. De tal modo que la búsqueda deinformación, de saber, está despertando en las personas comunes. Veo hambre, nosolo de dinero, veo el hambre del saber. Yo me pregunto: ¿Qué sería de éste despabiladomuchacho, si pudiera estudiar y vivir decorosamente? La sociedad estácambiando, aunque no se dé cuenta. Una luz de esperanza, ya no se puede engañarmás a la sociedad y eso es bueno.