De vez en
cuando es oportuno relajarse y reír un poco, o mucho. Por primera vez daremos
la razón a un muchacho que prometía cuando escribió el ensayo Los Contemporáneos
ayer. Libro bastante fructífero aunque reiterativo, cuyo mérito no ha podido
emular o rebasar. Desafortunadamente, Enrique Krauze Kleinbort lo echó a
perder. Cuando el mesías de Sión le asignó, en su mundo de libres letras y de
adjetivos sin democracia, jugar el papel de clown, de payaso. Desde entonces
procuró igualar al mejor de los carperos mexicanos, sin éxito. Si acaso habrá
aspirado al peor Cantinflas priísta de los sesenta en adelante, o al peor
Chespirito panista del nuevo siglo. Número tras número en la revista de libres
letras procura algún chascarrillo. El sueño de heredar a Ibargüengoitia ha
probado ser un fracaso en la realidad. No obstante, seamos justos en esta
ocasión.
El muchacho
en cuestión, avanzado ya en carnes, es nada menos que Guillermo Sheridan.
Apareció ayer en El Universal su texto "AMLO is all you need". Y acertó. Claro
que su pretensión es nuevamente la sorna. Pero en su intento fallido, le ha
dado al clavo. Como en The Simpsons, ha efectuado un Homero. Es decir, ha
tenido éxito a pesar de la torpeza. Sheridan ha procurado hacer la crítica a la
variante moral o ética del discurso de AMLO en el Zócalo y su idea de la "República
amorosa". Sheridan, contrario a Rousseau y Tolstoi y su idea del hombre bueno
por naturaleza, cree, sin mencionarlo, en Maquiavelo y en Hobbes y en la idea del
hombre malo o perverso por naturaleza. Por mi parte digo que siempre hay que
encontrar balances. El maniqueísmo burdo puede ser un buen recurso para la
comedia, pero no para el análisis político. Al hacer la crítica al discurso de AMLO,
Sheridan valida una vez más, lo cual no es sorpresa, al gobierno del espuriato y
a todo el sistema de poder que lo sostiene. No importa el fracaso, el crimen,
la violencia, la miseria, la incapacidad, etcétera, de un régimen obtuso; no
importa cómo se ha llegado al poder. Allí está y hay que respetarlo, apoyarlo sin
ningún asomo crítico. No importa que el país esté hundido en la catástrofe.
Casi llega al extremo de decir con el ciego Edipo en Colono: "Todo está bien",
pese a todo. Por tanto, el que surja alguien de pronto y proponga un cambio
ético, una modificación en la manera de concebir lo que necesita el país para
cambiar el rumbo de la debacle, parece incomodarle; no debe tratarse más que de
un loco. Y ese loco es López Obrador. ¡Vaya! No cabe duda que el mesías de Sión
tiene bien aceitado a su equipo. Pero en su crítica, la burla, la sorna y la
ironía como armas imbatibles, han actuado en sentido contrario del despropósito
original y ríen del autor, a quien sin desearlo, le ha salido el tiro por la
culata. Porque si no es una propuesta de cambio ético, junto con un programa
nacional claro, que atienda los mayores problemas sociales de educación, salud
y falta de producción, que procure la justicia, ¿entonces qué es?: ¿Lujambio,
Cordero, Peña Nieto, Beltrones; la ética de la maistra ElbaEsthiér o la de
Antonio Solá? ¿Más de lo mismo? ¿Prianchuchismo feliz bajo la doctrina de la Realpolitik?
Por eso, reconozcámosle el mérito a Guillermo Sheridan en esta ocasión y, sin
importar su condición de bufón fallido, aplaudamos, al ritmo del cuarteto de
Liverpool y teniendo al equipo de libres letras como coro de fondo a la manera
de la tragedia esquilea -Enrique Krauze a la batuta, Televisa en las cámaras-, su
Homero: México: All you need is #AMLOVE.