Monterrey,

la capital industrial de México, generadora del 12% del PIB está muy mal

herida. Si no se recupera pronto, México entero podría sufrir las consecuencias

y ser declarado un estado fallido. Esto podría cambiar la historia de México al

grado de marcar un parteaguas en el antes de y después de los enfrentamientos

de Monterrey.

Estamos

hablando de la posibilidad de ser declarados un Estado fallido, gracias a

un episodio de violencia que pareciera ser uno más en una larga cadena que vive

diariamente la ciudad de Monterrey, pero que está resultando ser la gota que

derramó el vaso. Es como la flecha que voló cien metros y pegó exactamente en

el codilllo del venado. Un tiro milagroso, un evento fortuito pero con enorme

poder catastrófico. Estoy hablando de la confrontación armada entre

guardespaldas de FEMSA y un grupo de sicarios de un cartel de la droga en el

Colegio Americano, que ha dejado un marcador difícil de negar: una ciudad

apendejada y acobardada en sus liderazgos camarales y empresariales y unos

mafiosos crecidos y más prepotentes que nunca.

Si la

violencia asusta, las mentiras desconciertan y el ocultamiento de la verdad

solo han hecho tomar más fuerza al remolino de dudas y temores que se van

entrelazando para generar una psicosis generalizada entre las clases

emprendedoras. En los días siguientes al "ataque al Americano" y amparados en

el único boletín de prensa emitido que dio la versión oficial creíble y que

curiosamente vino del Embajador de los Estados Unidos y del Consulado local,

cientos de niños y jóvenes simplemente ya no fueron enviados a sus colegios y

universidades. Cientos de familias enteras abandonaron Monterrey esta semana y

se están reubicando en Los Angeles, San Diego, Dallas, San Antonio, Austin o en

el Valle de Texas.

Una

hemorragia nunca vista y que es de talento, de ese que México no puede perder,

del talento que ha caracterizado a los hombres de Monterrey, forjadores de

imperios económicos, educativos, industriales, financieros y culturales. La

sangre empezó a fluir en el sexenio del anterior gobernador Natividad González Parás,

cuando en una carta de Alejandro Junco De La Vega, director y propietario de EL

NORTE, REFORMA y MURAL le hizo saber al gobernador que por razones de

inseguridad extrema y ante la imposibilidad de su gobierno de brindarles un

mínimo de seguridad a su familia había decidido llevarse a su mujer, hijos e

hijas a vivir a la capital Texana y jugársela él solo al frente del timón del único

medio de comunicación local que sigue diciendo las cosas por su nombre.

Pero lo que

hace más de un año fueron unas cuantas gotas se han convertido de la noche a la

mañana en borbotones similares a los que vemos en las corridas de toros, en las

cuales anticipamos una muerte segura ante la evidencia contundente de que los límites

fisiológicos del animal han sido rebasados. Solo es cuestión de tiempo

pensamos, por todo lo que vemos en el toro: sus latidos, su saliva espesa, su

fuerza desvaneciente. Así está Monterrey: postrada, asustada, contra la pared.

Ese

enfrentamiento logro lo que nadie siquiera imaginó: que personal de seguridad

de FEMSA, entrenado, capacitado por expertos extranjeros y armado con R15 y

pistolas 9 milímetros en combate urbano fuera no solamente vencido, sino

humillado por las fuerzas de uno de los grupos del narcotráfico que se dió el

lujo de capturarlos vivos a cuatro de ellos, encajuelar a los que había matado

en el lugar de los hechos y regresarlos frente a las mismas instalaciones de

FEMSA en la madrugada del día siguiente con un mensaje expreso y otro

implícito, cada cual más dramático y tétrico que el otro: no se metan con

nosotros. Nosotros mandamos pues tenemos el poder real. Controlamos al gobierno

y al gobernador. Aquí están sus muertos y den gracias que no los matamos a

todos, a ver si así entienden, porque nos podemos meter hasta sus casas y nadie

nos detendrá.

A todo esto

el grupo FEMSA y El Gobierno del Estado de Nuevo León reaccionaron con la peor

combinación de mentiras y medias verdades. Que no hubo muertos, que no se

trató del intento de secuestro de un familiar de José Antonio Fernández,

presidente de la compañía, que no esto y que no lo otro. Lo único que

logro con sus mentiras y medias verdades fue exacerbar la desconfianza en la

capacidad en el resto de los capitanes de la industria más importante de todo

el norte del país para enfrentar al narcotráfico y sus refinados métodos de

lucha. Si eso le pasa a Femsa, la gente pensó, qué nos espera a nosotros, a los

demás, a los que no traemos carros blindados y escoltas o R15s en la cajuela de

guantes, a los que tampoco sabríamos cómo dirigir una ráfaga sin perder la

noción del tiempo, del rumbo y de nuestra propia identidad.

Monterrey

como México, estaba en la creencia de que los miembros del crimen organizado

solo causaban daños en forma aleatoria y quirúrgica entre ellos, que las

simples matemáticas eran suficientes para descartar como improbable, quedar

atrapado del lado equivocado de las balas. El ataque al colegio Americano

confirmo otra percepción de golpe, en forma brutal. uno de los carteles que está

siendo expulsado del estado fallido de Tamaulipas decidió subirle la mira a la presión

contra el gobierno atacando a la cabeza del empresariado de Monterrey, han

decidido atrincherase en la ciudad y esperar la gran batalla contra el ejército

y sacrificar a miles de inocentes en el intento de forzar una negociación con

el gobierno y mientras esto pasa, nosotros, los privilegiados, por

emprendedores, somos los que traemos un BLANCO pintado en la espalda y otro

igual de grande en el mero corazón. Todos aquí saben lo que es un BLANCO de

TIRO, no se requiere más traducción.

El caso es

que el impacto sicológico no tiene paralelo en la historia de la ciudad, ni la Revolución

hizo lo que paso en Monterrey en la última semana, quizá fue cuando nuestros antepasados

se unieron para dar la batalla a como se pudo contra los invasores

norteamericanos hace poco más de siglo y medio en el cerro del Obispado. Ahora

tenemos allí una gigantesca bandera que no sirve para otra cosa que para

recordarnos la única salida que nos queda a los que nos quedaremos...enfrentar

unidos este mal que los gobernantes como Natividad González Parás y su

criaturita y heredero Rodrigo Medina trajeron a Monterrey por ignorancia,

cobardía o corrupción y que ahora cobardemente solo recurren para disfrazar su

incapacidad de enfrentar los gravísimos problemas de seguridad que ellos 2

generaron en gastar millones de pesos en SPOTS televisivos, lo que solo

produce más rencor y frustración hacia ellos.

La Sultana

del Norte está herida. Se desangra en talento que genera empleos, salen

corriendo de la ciudad, no los culpo, el huir de esta violencia no los hace

menos Mexicanos. Están asustados y desanimados por el gran revés sufrido

por el envalentonado grupo FEMSA que ha sido humillado por un cártel de

maleantes dispuestos a todo. Monterrey está de rodillas, esperando el

descabello o la muerte del soldado pero sabe que quizá ni eso están dispuestos

a concederle quienes la tienen agarrada del cogote y la han dejado sin respirar

mientras que deciden qué hacer con ella.

Una cosa es

segura. Si Monterrey se pierde ante el narcotráfico, Se pierde México,

dejaremos de existir como una nación viable. Somos como la gran batalla de

Zacatecas durante la revolución. La salida tampoco es la negociación y el concubinato

con los carteles, ya que fue esa táctica usada por el PRI durante décadas que metió

hasta la recamara a un grupo de maleantes que hace rato perdieron toda noción

de límites en su desmedida ambición por tomar todo el poder que tan fácilmente

pudieron comprar a base de asustar o corromper gobernadores de medio pelo.

Es difícil

saber si a Monterrey le queda un segundo aire o si los empresarios que no se

vayan, se van a poder organizar para recuperar la ciudad que HOY está en manos

del narcotráfico, lo único que estoy seguro es que en este momento y con

este GOBERNADOR será imposible.