Este año quedó marcado en la historia como el año de los inocentes, por el asesinato de 49 niños en completa soledad y desamparo. A siete meses del incendio ocurrido en la guardería ABC de Hermosillo, Sonora, no hay un solo culpable en la cárcel.

El director del IMSS que firmó la renovación del contrato de subrogación, Juan Molinar Horcasitas, ni siquiera se dignó expresar la razón por la cual un establecimiento en el que se "atienden" niños fue autorizado en una bodega. Mucho menos se presentó a declarar. Él está muy campante en el nuevo cargo que le dio su amigo Calderón.La directora nacional de guarderías del IMSS, simplemente presentó su renuncia y recibió su buena liquidación.

Los dueños de la guardería, parientes del la esposa de Calderón y del gobernador del estado, están completamente protegidos con el manto de la impunidad.Los funcionarios menores de Protección Civil también están a salvo de pagar su irresponsabilidad. Aquí no hay culpables, todos son inocentes.

Son inocentes también los padres que exigen justicia a un gobierno espurio, impuesto en el poder precisamente para continuar el estado de corrupción e impunidad que venimos padeciendo desde hace muchas décadas. Calderón le apuesta al olvido pero en este caso se equivoca porque la perdida de 49 niños no corresponde sólo a los padres que sufren su ausencia y su muerte injusta, sino a toda la población que percibe la mala fe de los impartidores de justicia, doblegados ante el poder del dinero. Vamos a iniciar un año muy difícil. La crisis económica se profundizará por los nuevos impuestos y el incremento a las gasolinas, el diesel y los bienes y servicios, aunado a ello la inseguridad y la pobreza que espanta. Como si esto fuera poco, la incertidumbre de saber que el destino del país sigue en manos de seres insensibles al dolor. Lo ha dicho Andrés Manuel López Obrador en muchas ocasiones, sólo unidos y organizados vamos a poder transformar la terrible situación en la quenosencontramos.

NO DEBEMOS OLVIDAR, si dejamos pasar estas injusticias vendrán muchas más. Los niños que murieron incinerados en una bodega merecen que dignifiquemos su muerte. Los padres y madres de estos inocentes necesitan un consuelo para sus almas, y necesitan el apoyo de la sociedad para que se haga justicia.